No Hay Más que un Nombre

Gala Berger y Marton Robinson

La exhibición No hay más que un nombre está compuesta por una serie de videos de Marton Robinson y una serie de esculturas-­collages de Gala Berger. La combinación de ambos trabajos produjo una instalación sobre los procesos de construcción de las subjetividades identitarias y sus consecuencias en la formación de los individuos.

La serie de videos de Robinson gira en torno a cómo se construyó la percepción negra a través del colonialismo y cómo este pensamiento está grabado en el inconsciente público de la Costa Rica actual. Confrontando al espectador con la historia política de las imágenes mediatizadas por los medios de comunicación, haciendo hincapié en la repetición de las ideas de raza y sus estereotipos. A su vez, las esculturas-­collage de Berger funcionan como una posibilidad amorfa y distópica de una construcción racial inédita, basada en las evidencia de que los mecanismos de racialización están siempre ligados a intereses políticos y económicos puntuales.

Al combinarse estas producciones, la instalación se concentró en las tensiones entre memoria cultural local y sus posibles narraciones. Trabajando como una pregunta abierta sobre cómo cambiar los imaginarios coloniales. La exhibición No hay más que un nombre analizó cómo la identidad cultural es un proceso relacionado con la ubicación geográfica, el lenguaje y la historia. Cuestionando las construcciones nacionales que albergan la negación y el blanqueamiento -­ con sus raíces en la formación de los mitos del estado-­nación-, y de como las imágenes pueden conspirar para deconstruir y transformar estos procesos de invisibilización. Asimismo, En No hay más que un nombre, Berger y Robinson exploraron la historia de la República Federal de Centro América, a través de la construcción de un prototipo de ciudadano de esta extinguida República.

Esta exhibición tuvo su primera instancia en el espacio de arte contemporáneo Reunión, Escazú, la cual se denominó No hay más que un mundo (2018) donde Berger y Robinson presentaron una primera instalación que tomó como punto de partida el concepto del filosofo Achille Mbembe de compartir el mundo entre diferentes formas de vida, intentado construir historias alrededor de experiencias coloniales y su relación directa con las representaciones del cuerpo y del neoliberalismo. Las piezas presentes en la instalación funcionaron como intersticios de re-ensamblajes, de desplazamientos y de construcciones de resubjetivación, pero sobre todas las cosas No hay más que un mundo se convirtió en una unidad compuesta por múltiples fragmentos, resiliencias y autorepresentaciones. Posteriormente, esta exposición, No Hay Más que Un Nombre, se presentó en El Farolito para cerrar el ciclo del 2019.

Video instalación / Vista de la exhibición No hay más que un nombre, por Marton Robinson Y Gala Berger, agosto 2019, Centro Cultural de España en San José, San José, Costa Rica. Video por Marcela Araya

 

GALERÍA VIRTUAL / Obra
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Crédito de fotografías: Fabián Hernández Mena

 

 

GALERÍA VIRTUAL / Montaje
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Crédito de fotografías: Fabián Hernández Mena

 

 

 

Textos de la primera exhibición No hay más que un mundo en Reunión, Escazú. 2018. Achille Mbembe, Crítica de la razón negra, Futuro Anterior Ediciones, Buenos Aires, 2016.