Un mapeo del performance como práctica artística en Costa Rica

Marga Sequeira Cabrera. Investigadora por vocación, historiadora del arte de formación, mediadora por pasión

Un mapeo del performance como práctica artística en Costa Rica

Las no-conclusiones de una investigación realizada con el apoyo del MADC[1]

Marga Sequeira Cabrera

Investigadora por vocación, historiadora del arte de formación, mediadora por pasión

Sinopsis: 

Performance en nuestro país es una práctica bastante incipiente, que se desarrolla en el campo de las artes visuales de una forma más bien conceptual, pero también con mucha fuerza en el universo de las artes escénicas con una perspectiva más pedagógica y que ha encontrado en el activismo un espacio de acción y retroalimentación. El siguiente texto reúne de forma sistematizada, una serie de observaciones sobre campos de acción del performance que no pudieron ser abarcadas en la investigación original y que dan cuenta de la diversidad del arte-acción en nuestro país.

Texto:

Performance en nuestro país es una práctica bastante incipiente, que se desarrolla en el campo de las artes visuales a finales de la década de los 90,  de una forma más bien conceptual, pero también con mucha fuerza en el universo de las artes escénicas, desde donde se aborda con una perspectiva más bien pedagógica; al mismo tiempo, este tipo de acciones han encontrado en el activismo un espacio de práctica y retroalimentación.

Las características intrínsecas del performance hacen que sea complejo encontrar información sobre estos porque no en todos los casos las acciones se registran, o porque si se registran no necesariamente están accesibles a consulta. Una tarea compleja, a lo que además se le suma que la práctica del performance es una práctica esquiva a las clasificaciones, a la sistematización e incluso a la enunciación misma.

También está la particularidad de que al ser un género híbrido, tiene un uso apropiado y libre, lo que implica que los límites entre las prácticas no son claros, y que a veces es hasta difícil definir si una acción fue o no fue un performance; así como en otras ocasiones el escoger una acción performática obedece a pulsiones circunstanciales y coyunturales y es accionada por activistas, ciudadanos, estudiantes o personas que no se dedican en sí al arte.

Además no todes les artistas que trabajan con performance lo utilizan de forma constante, otres, construyen su práctica alrededor de las búsquedas y exploraciones desde el performance mismo, ampliando sus límites, difuminando la práctica de la vida misma.

De forma paralela a todo, existe un campo pedagógico relacionado al performance que es de vital importancia, no solo para explorar la técnica, sino por las acciones que puede generar en relación a temas relevantes para el país y por su posicionamiento en el espacio público como espacio principal para la acción.

No existe una homogeneidad entre les artistas que hacen performance. Algunes son artistas visuales propiamente (Priscilla Monge), algunes provienen del ámbito escénico (Elia Arce y Grettel Méndez Ramírez); existe además un trabajo desde distintas generaciones, mujeres que ahora se encuentran en la madurez profesional, como Lucía Madriz,  Mimiam Hsu o Karla Solano; así como artistas que han construido una carrera desde ese lugar y en quienes se refleja esa intergeneracionalidad: Elia Arce, Rosella Matamoros, Alejandro Ramírez y Alexander Chávez. hay otres que están iniciando y explorando formatos y espacialidades, y combinando prácticas como Roger Muñoz o Lucía Howell.

En el caso de nuestro país no se puede afirmar que sea una práctica más vinculada a una temática de género o realizada más por mujeres (los nombres anteriores lo reflejan). Realmente es claro como el performance ha sido apropiado desde diferentes espacios y miradas y esto hace que sea un género que está siempre en construcción.

A continuación presento algunos elementos que observé después de haber realizado una revisión del trabajo que las y los artistas visuales costarricenses que han desarrollado alrededor del performance, así como sobre los espacios artísticos que han albergado esta práctica.

A algunes artistas les interesa vincular el performance con la pintura, con la escultura, con la instalación, con el dibujo, o con la música. Esto habla de las necesidades de incluir una práctica performática al trabajo exploratorio de otros lenguajes artísticos, como es el caso de los inicios de la exploración de esta práctica en nuestro país, con el trabajo de Otto Apuy. Otres artistas ven en el performance un lenguaje que les permite jugar y romper con los códigos rígidos de las galerías y museos, para convertir esos espacios en lugares familiares, cercanos, donde sucede la convivencia, el juego, la fiesta y el compartir, como sería el caso de Yamil de La Paz o el ya mencionado Ramírez. Para otres es la herramienta de comunicación y provocación por excelencia, y la utilizan para ser enfáticos y posicionar su pensamiento político en relación a alguna temática vigente de la realidad nacional, el ejemplo perfecto es Habacuc. También están quienes se nutren de las posibilidades del performance sin aferrarse a él como herramienta única y principal, sino que recurren eventualmente, de acuerdo a las intenciones del proyecto que vayan a llevar a cabo; esto es en el caso de la mayoría de los artistas jóvenes y emergentes y que se hizo visible con los festivales del ya desaparecido Despacio.

Es claro como los espacios que el MADC –durante la primera década del 2000-  y Despacio destinaron para promover el arte-acción, fueron espacios generadores de proyectos, discursos y planteamientos variados. Permiten tener un panorama amplio del trabajo de artistas, que a lo largo de varias generaciones, pueden desarrollar a partir de la exploración del performance, pero también permitieron visualizar todas esas posibilidades variadas del performance en un espacio condensado y dirigido a ese tema. Por el éxito de esos espacios en difundir y compartir la práctica, pareciera ser una necesidad la existencia de eventos específicos para dialogar, accionar, mostrar y conocer sobre el performance.

Quedan por fuera de mi investigación muchas acciones que ocurrieron durante conferencias, como ejercicios en aulas, durante inauguraciones, en espacios públicos, durante algún ArtCityTour, o festivales de artes organizados por el Ministerio de Cultura y Juventud o por la Municipalidad de San José. Sin embargo, son las características mismas del performance, las que hacen que sea muy difícil poder recopilar el registro de estas acciones.

Tampoco se abordan las acciones de carácter más espontáneo, consecuencia de una coyuntura política o de un contexto particular. En la mayoría de los casos estas acciones no son registradas o ni siquiera reconocidas como acciones artísticas porque se interpretan como acciones consecuencia de la protesta, la resistencia y las manifestaciones. En un contexto más reciente, es cuando se trata de conmemorar fechas específicas que se comienzan a ver acciones performáticas en el espacio público, organizadas desde algún sector del activismo, principalmente del activismo feminista y LGTBI, en las cuales la participación es cada vez más masiva.

Asimismo se excluyen los espacios pedagógicos. Estos también han generado acciones interesantes y críticas, algunas a lo interno de espacios de enseñanza, otras durante manifestaciones y otras realmente lograron trascender el espacio institucional y llegaron a la prensa, a causar ruido en el entorno y generar reacciones interesantes hasta con la policía. Estos grupos son importantes también porque de ellos surgen artistas que se dedican exclusivamente a reflexionar, crear y utilizar el performance como su herramienta de comunicación.

Más recientemente, para hablar de performance es importante tener en cuenta el concepto de performatividad, relacionado al género y a la práctica del drag y del travestismo. Cuando esta práctica performática se hace consciente, también estamos hablando de un ejercicio crítico, artístico y estético. No se menciona en este mapeo nada en relación a este subtema.

Finalmente desde el punto de vista de su investigación, la naturaleza inestable del performance hace más difícil la tarea de construir un documento que tenga algún sentido lógico temporal o temático, pero desde el punto de vista de su práctica, es lo que hace de este una herramienta generosa, potente, amplia y muy viva.

 

 

[1] En el año 2019, como parte de una convocatoria de investigación que abrió el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo en Costa Rica, realicé una investigación sobre la historia del Performance en Costa Rica. El interés del Museo era continuar construyendo la memoria sobre el Performance centroaméricano y el mío, trabajar con un concepto ampliado de arte-acción, extendido a otros espacios no museísticos. El balance entre ambos deseos, construyó una investigación que se centraba en las practicas de performance de artistas costarricenses en Costa Rica y que hacía evidente, todos los otros espacios que no estaban siendo mapeados en el país en los que el uso de performance es bien frecuente. Este texto es entonces el reflejo de esos espacios en blanco de mi investigación, en un intento por iniciar ese otro recorrido. Para consultar la investigación del MADC, bastará acercarse al Museo. Realicé también una investigación anterior, con el apoyo de  TEOR/éTica (2016) sobre prácticas performáticas en el espacio público, específicamente en contextos de manifestaciones sociales feministas y LGTBI, mediante la cual también comprendí algunas de las cosas que aquí se mencionan. Esta otra investigación es posible encontrarla en TEOR/éTica.

Imagen: Performance La Rosaria de Elia Arce, Febrero 2019, San José. Festival de Performance Forma y Sustancia organizado por RACA. Imagen cortesía de Pancho López