Una apología de la infidelidad textual

Tatiana Muñoz Brenes. Historiadora del Arte y Psicóloga de la Universidad de Costa Rica.

Una apología de la infidelidad textual

La traducción como perversión

Tatiana Muñoz Brenes

Historiadora del Arte y Psicóloga de la Universidad de Costa Rica. Ha combinado el ejercicio de la gestión cultural con las ciencias sociales en varios proyectos para museos y otras instituciones culturales. Comenzó su trabajo profesional en el campo de la educación artística y continuó practicando en la investigación de colecciones de arte, curaduría, sostenibilidad, museos comunitarios y activismo LGBTIQ+. Es miembro activa del ICOM (Consejo Internacional de Museos) y del Colegio Profesional de Psicólogos de Costa Rica. A nivel internacional, también tiene amplia capacitación adicional en museos e historia/teoría del arte, y ha dado conferencias y participado en conferencias en varios países.

Sinopsis: 

Se explora el tema de la traducción a partir de la residencia artística “Las bibliotecas como espacios de seducción: papeles y blandiblú para exponer lecturas”, facilitada por Javier Pérez y María Jerez, del 15 al 19 de junio 2020 a través del Centro Cultural España en Costa Rica. Se explica el ejercicio de traducción problematizado durante los talleres y se extiende hasta un posicionamiento literario en torno a la traducción como perversión, según la conceptualización del escritor Leopoldo María Panero, el cual eleva la labor del o la traductora como una práctica literaria original y no una copia servil.

Texto: 

El traductor es de todos los escritores el que más posibilidades tiene de serlo, y frente a él, frente a su originalidad “singulière”, frente a su originalidad absoluta, no queda sino como el más mediocre de los autores, aquel cuya única fianza es una “originalidad” impotente por ignorante e ingenua.

Leopoldo María Panero [1]

Durante la residencia artística “Las bibliotecas como espacios de seducción: papeles y blandiblú para exponer lecturas”, facilitada por Javier Pérez y María Jerez, del 15 al 19 de junio 2020 a través del Centro Cultural España en Costa Rica, se dedicó una sesión al tema de la traducción. Todas las participantes de la residencia fuimos tentadas ante un ejercicio práctico que estimuló nuestra imaginación y nos puso en jaque en torno al tema del sentido y las traducciones “correctas”. La práctica inicialmente consistió en traducir del inglés al español, el poema Some Animals de la artista estadounidense Joan Jonas [2], del cual transcribo sólo unos versos para notar su complejidad en el uso del lenguaje:

books nailed to table

surveillance

flash back

movement from mad to bird

 

Bird on branch shot stuffed

brown varied

¿Cómo traducir este fragmento? ¿Hay una forma correcta y única de hacerlo? ¿Acaso importa más la literalidad de la traducción y su fidelidad, o la belleza y licencias que la traductora puede permitirse? Con el solo pasaje entre idiomas, queda una pérdida irrecuperable del texto (en el caso de la poesía, la rima, la métrica, el significado… se ven comprometidos), por más fidelidad con la que trate de rescatarse. La posibilidad versátil del inglés, que permite que una sola palabra sea adjetivo, sustantivo, verbo al mismo tiempo, y la ordenación tan particular que hace de los adjetivos previos a un sustantivo que es calificado por ellos, son recursos del lenguaje ajenos al castellano. Asimismo, la falta de artículos y el uso arbitrario de letras mayúsculas confunden a la traductora cuando ésta cree que será una tarea fácil. Expongo a continuación, tres posibles traducciones de los versos citados:

  1. los libros clavados en la mesa / la vigilancia / de las imágenes pasadas / y el movimiento de loco a pájaro // El Pájaro sobre la rama disecado de un tiro / en tonos cafés variados
  2. libros clavados en la mesa / vigilancia / retrospectiva / movimiento de enojado a pájaro // pájaro en la rama disparo lleno / café variado
  3. libros clavados a la mesa / vigilancia / flash back / movimiento de loco a pájaro // Pájaro en rama disparó relleno / marrón variado

La primera traducción corresponde a mi propuesta personal, en la que deliberadamente he agregado artículos y conjunciones para pretender un sentido del texto contínuo, casi en prosa, donde una línea va a tener una secuencia más o menos lógica gramaticalmente con la siguiente. El segundo ejemplo fue realizado por una persona ajena a la residencia, quien, sin tener acceso al poema completo, se le encargó el experimento de traducir esas palabras fuera de contexto. Y la versión tercera es directamente exportada de un traductor en línea, el cual se supondría que da la versión más literal de las palabras, pero que deja perdido el sentido del poema y se convierte en una letanía dadaísta inconexa de la inteligencia artificial. No obstante, es imposible afirmar que haya una traducción “correcta” entre las tres… y entre las múltiples posibles. Adelanto, que existen tantas traducciones posibles como mentes traductoras.

El ejercicio propuesto en la residencia facilitada por Pérez y Jerez, me convocó a escribir un texto y con ello, a retomar unos apuntes sobre cierta teoría de la traducción que tenía guardados años atrás. Se trata de la propuesta del escritor español Leopoldo María Panero (1948-2014), de quien podemos resumir que fue un autor muy controversial en vida y obra. Su vida fue muy polémica, pues se mantuvo al margen de los contratos sociales en muchas facetas de su historia: fue encarcelado por su militancia política con la izquierda durante el franquismo, declaraba un profundo odio por todo lo que ha de llamarse “español”, vivió en dominios tabú del conservadurismo como el consumo de drogas y la diversidad sexual más “perversa”, fue diagnosticado con esquizofrenia (y muchas etiquetas más) a partir de varios intentos de suicidio, y desde entonces residió en diferentes hospitales psiquiátricos hasta el día de su muerte. Desde su ubicación dentro de la generación de los poetas novísimos españoles, Panero destacó por la subversión a los cánones literarios tradicionales, en cuanto a su estilo y su sistema referencial muy endeudado con la cultura pop de los años 70, referencialidad que es además un ejercicio intertextual constitutivo de su propio discurso. Considerado en ocasiones el “loco oficial” de la poesía española, se le valora o se le condena por el desafío que hace a los valores sociales tradicionales.

Tras esta brevísima y nada justa presentación del autor, propongo ir directamente a su faceta de traductor (que abarca el período 1972-1987). Las traducciones de Panero son deliberadamente pervertidoras, lo cual lo ha llevado a elaborar una teoría literaria en la que la traducción desempeña una función central, al punto que la diferencia entre “escritura propia” y traducciones se ha desvanecido en la totalidad de su obra. La labor de traducción es una especialización del oficio de escritor y no una tarea subsidiaria [3], trabajo en el que Panero destacó.

Blesa [4] realiza una descripción específica de los cambios que deliberadamente Panero generó en sus traducciones, lo que ha llamado una operación de amplificatio, en tanto se da en una dimensión cuantificable: el nuevo texto es casi siempre más extenso y en muy pocas ocasiones se omite algo del original. Como primer ejemplo, citaré el fragmento XV de Childe Roland Dark Tower Came, de Robert Browning, poema traducido por Panero con el título De cómo un niño llegó a la negra torre, y seguidamente transcribiré la traducción que corresponde a esos versos:

 

I shut my eyes and turned them on my heart.
As a man calls for wine before he fights,
I asked one draught of earlier, happier sights,
Ere fitly I could hope to play my part.
Think first, fight afterwards –the soldier’s art:
One taste for the old times set all to rights.

Cerré mis ojos y observé
cómo mi corazón se movía como cola
arrancada de gusano, y cual
un hombre que pide un
trago antes de luchar, imploró algún sorbo
de recuerdos más felices antes
de cumplir mi destino. Pero
pensar lo que de combatir se ha, éste es
el arte del soldado, y el sabor
de tiempos idos pone todo en su lugar [5].

 

El traductor no se limitó a lo que el texto dice, sino que lo amplificó. Un ejemplo donde el traductor cambió algún pequeño detalle de la traducción literal y donde a la vez se perdió la importancia de la métrica y la rima para la definición del limerick [6], es esta traducción de Edward Lear:

There was an Old Man of Dumbree
Who taught little Owls to drink Tea;
For he said, “To eat mice
Is not proper or nice,”
That amiable Man of Dumbree.

Había una vez un viejo de Dumbree
Que enseñó a sus búhos a beber en taza;
Y les dijo “Comer ratones
No es correcto ni bonito”
Este muy sabio viejo en Dumbree [7].

También se pierden las restricciones de métrica y de rima a las que están sujetos los textos originales y se traduce entonces en verso libre. En The Hunting of the Snark de Lewis Carroll, Panero dejó el sello de sus temas incómodos en versos libres como los que siguen (cito el texto original y seguidamente la traducción):

But their wild exultation was suddenly checked
When the jailer informed them, with tears,
Such a sentence would have not the slightest effect
As the pig had been dead for some years.

Pero su júbilo infantil lo rompió el Carcelero,
que descubrió del hecho la realidad obscena
de que tal dictamen no tendría el menos efecto
pues el cerdo murió hace mucho tiempo,
rodeado de rosas y besos de madre [8].

Otro ejemplo de los añadidos extensos dentro de una traducción, donde se acentúan los elementos de crudeza tan característicos del estilo paneriano, se da en el cuento La visión, en cuyo texto original James Fitz O’Brien se refiere al placer de un niño al mirar a través de un microscopio, al cual Panero añadió todas estas líneas:

No hablaba a nadie de mis placeres solitarios, como si se hubiera tratado de ese “pecado solitario” que es la metáfora de toda práctica absoluta y en el que el semen acoge la soledad con júbilo, ya que se sabe la sustancia de Dios, y lo absoluto está solo y es también lo –que el hombre al menos considera– más inmundo. Como quien se masturba, también, tenía toda una imaginería en secreto. Y con mi microscopio, semejando a un falo erigido frente a un abismo que es atracción y amenaza (el mundo del cristal de prueba), me encerraba en mi habitación [9].

El proceso de traducción se trata de ir más allá del cambio de un idioma a otro. Hay un mayor desarrollo e incluso una superación del texto original. Por ejemplo, con respecto a una traducción de La luz inmóvil de Arthur Machen, Panero apuntaba:

El cuento, aun siendo de Machen, también en cierta forma me pertenece no sólo por la traducción, sino porque creo que de todos son conocidas mis liberalidades –yo diría mejor, libertades– que me tomo al traducir: corrijo más que traduzco [10].

Un ejemplo que considero ilustra esta intención de superar el texto original, es el vencimiento del límite que la traducción impone en A nonsense alphabet de Edward Lear, donde la letra “Y” de youth no puede hacer referencia a la palabra “juventud” en español, por lo que la maniobra del traductor fue mucho más allá de la traducción servil:

Y was a Youth
Who sate on a chair
In a garden of flowers
For the take of the air.

La Y quiere decir que no se acaba
sino que todo sigue, como el joven
de aquí sigue sentado
en medio de un jardín sin flor alguna
y sin saber por qué, sino tan sólo
que nada acaba si está escrito “Y” [11].

En su prólogo a la traducción de Matemática demente de Lewis Carroll [12], Panero introdujo el término perversión, en tanto la palabra traducción resultaba ya insuficiente para esta perspectiva que se enfrenta a las teorías tradicionales sobre el tema, inspirado por Pound, cuya labor de traducción puede ser indistinguible de sus creaciones originales [13].

Panero propuso que “toda obra está abierta a cualquier lectura, toda obra es una Grieta para la que cabe cualquier interpretación: y sólo por ello es posible la traducción” [14]. De la mano de Walter Benjamin, Michael Foucault, Gilles Deleuze, Maurice Blanchot y Octavio Paz, expone su teoría de la traducción en la que concluía que:

La traducción, que hasta hoy ha sido considerada como una labor anónima y humilde (son las famosas, imperceptibles “notas del traductor” que no se atreven a comentar el texto más que en lo imprescindible: por otra parte, por lo general no se sabe quién es el traductor, no importa lo más mínimo saberlo: su nombre figura en letra pequeña detrás del título de la obra: lo cual no ha de extrañarnos porque si esa traducción era servil, es normal que se trate a su autor como a un siervo), es –o debe ser– por el contrario una operación literaria, creadora, si es que lo traducido es literatura y si se quiere, efectivamente, traducirlo: más creadora, literaria incluso, que el original traducido, puesto que (…) la traducción de una obra literaria es imposible [15].

Panero terminaba su disertación afirmando que la traducción, aun más que una operación literaria, debe ser considerada una operación alquímica que se convierte en una versión, una “per-versión”, en tanto consiste en el imposible real de unir lo que no puede unirse, en este caso, la letra y el sentido. Si se desea salvar tanto el sentido como la letra del texto, sólo se logrará a costa de ambos, “cuando el sentido per-vierta a la letra, y la letra al sentido” [16], restituyéndolos en otra entidad que será la perversión. Esta transformación del original desarrollará además los sentidos que en el original eran solamente insinuados, cuando estos se muestren propicios al contexto de la recreación que ha creado el “Pervertidor”, desplegando en todos los sentido posibles el texto original, lo que Panero llamaba una verdadera trasmutación alquímica.

En una traducción “servil”, el original se perdería en su nueva versión, mientras que la perversión es la única fiel, y logra serlo a través de un adulterio, de una aparente infidelidad: sólo circunscribiendo al texto, y no yendo directo hacia él, es como se logra apresar el sentido del original [17]. Asimismo, la perversión no duda en añadir, si así lo precisa, hasta párrafos enteros para conservar el sentido y lograr que se produzca en el lector el mismo efecto estético que induciría leer el original. Así, la perversión es la traducción que se asienta en “la Grieta” antes mencionada, donde explora las fisuras del texto original y las rellena con nuevas palabras, para perfeccionarlo y terminarlo sólo una vez más (no para siempre, pues una traducción dejará más Grietas que se llenarán con nuevos sentidos, y así infinitamente).

Entonces, según Blesa [18], con Panero las estructuras autor/traductor y original/traducido se han desequilibrado, y se han borrado las marcas que ponían tales conceptos en oposición, entrando en consonancia con las teorías de la época que habían desestabilizado las concepciones clásicas de la literatura, y en concordancia también con el modelo postestructuralista francés.

Posteriormente, el otro agregado que Panero hizo a su teoría de la traducción, fue el concepto de literatura orgánica que, según Blesa [19], es tan poderoso que pondrá en crisis la historia de la literatura y la crítica tradicional, pues reivindica la mutabilidad de la literatura y la relativa inconsistencia de sus valores. La lectura deja de ser una operación pasiva y pasa a ser una reescritura, donde vale más el lector que el “parásito” del autor (quien antes fuera el personaje hegemónico sobre el que están construidos casi todos los estudios literarios).

El único referente de la literatura es ella misma y se desentiende de las referencias exteriores (la realidad, la vida, lo que sostenga el mito del autor), como una gran biblioteca donde todos los textos están presentes y conectados entre sí, con lo que los conceptos de plagio y detournement [20], se alían a su teoría en contra de la historia de la literatura y la política de autores autoritaria (valga su juego de palabras). Entonces, sin referentes externos, la escritura sólo puede surgir de la lectura, y así la literatura orgánica “otorga a la cita, a la lectura y a la traducción el máximo valor, como los más arriesgados exponentes de la naturaleza sistemática de la literatura” [21]. La cita, la lectura y la traducción se convierten así en reescrituras, por el hecho de que aquello que citan, leen o traducen, lo insertan en otro tiempo y contexto diferente a aquel en que se “crearon”.

El escribir se convierte en un escribir sobre lo ya escrito y leído, un palimpsesto, así como en hacer propio lo considerado “ajeno”, por medio de las citas y la traducción. La perversión se convierte en el acto literario en sí mismo, y no en una poética aberrante, pues penetra en la grieta del texto, lo desarrolla y lo supera. Es decir, es una reescritura que produce un texto original, o como dice Blesa [22]: una operación paradójica donde la doble inscripción, la doble autoría y el doble texto, subvierten el pensamiento literario.

 

[1] Leopoldo María Panero, Visión de la literatura de terror anglo-americana (Madrid: Felmar, 1977), 32.

[2] Joan Jonas, “Some Animals”, en Animals, editado por Filipa Ramos (Londres: White Chapel, 2016), 24.

[3] Túa Blesa, “La escritura como palimpsesto (una forma de la logofagia)”, Tropelías, n.° 18 (2012): 204-215.

[4] Túa Blesa, Leopoldo María Panero, el último poeta (Madrid: Valdemar, 1995).

[5] Leopoldo María Panero, Traducciones/Perversiones (Madrid: Visor Libros, 2011), 172-173.

[6] Un limerick es un poema humorístico que consta de cinco líneas. La primera, segunda y quinta líneas deben tener de siete a diez sílabas, mientras riman y tienen el mismo ritmo verbal. Las líneas tercera y cuarta sólo deben tener de cinco a siete sílabas, líneas que también deben rimar entre sí y tener el mismo ritmo.

[7] Panero, Traducciones/Perversiones…, 89.

[8] Panero, Traducciones/Perversiones…, 336-337 (cursivas añadidas).

[9] Leopoldo María Panero, El lugar del hijo (Barcelona: Tusquets, 2000), 115.

[10] Leopoldo María Panero, Cuentos completos (Madrid: Páginas de Espuma, 2007), 248.

[11] Panero, Traducciones/Perversiones…, 260.

[12] Leopoldo María Panero, “Sobre la traducción”, en Matemática demente (Barcelona: Tusquets, 1975), 9-19.

[13] Pound tradujo las Canzioni de Guido Cavalcanti de una forma no tradicional: “el espíritu del poeta toscano continúa presente en ellas, pero ya no es Cavalcanti traducido, sino Pound haciendo poesía a la manera de dicho poeta” (Ángel Capellán, “La obra poética de Ezra Pound”, Cuadernos Hispanoamericanos, n.° 286 [1974]: 42). También la obra Cathay fue en su momento fuertemente criticada al traducir del chino al inglés algunos poemas originales de Li T’ai Po, con numerosos “errores evidentes” y arbitrariedades en quitar y añadir lo que a Pound le pareció.

[14] Panero, “Sobre la traducción”, 11.

[15] Panero, “Sobre la traducción”, 15.

[16] Panero, “Sobre la traducción”, 17.

[17] Blesa cita a Benjamin: “la fidelidad de la traducción de cada palabra aislada nunca puede reflejar por completo el sentido que tiene el original (…) el sentido se halla mucho mejor servido por la libertad sin trabas de los malos traductores” (“Teoría y práctica de la traducción como perversión”, 38). Y sabiendo que aun en una fidelidad muy ciega, quien traduce deja alguna inscripción de sí, aunque no pretenda hacerlo ni se percate de ello, pues no existe el traductor neutral.

[18] Blesa, “Teoría y práctica de la traducción como perversión”.

[19] Blesa, “Teoría y práctica de la traducción como perversión”.

[20] Términos lautreamontiano y situacionista, respectivamente. El primero, “la única forma honesta actualmente de trabajar con la escritura” (Leopoldo María Panero, Prosas encontradas [Madrid: Visor Libros, 2014], 41). Y el segundo de ellos hace referencia a la posibilidad de distorsionar el significado original de una creación artística, es decir, una tergiversación. Dijo Panero al novísmo escritor español Antonio Martínez Sarrión, en una carta sin fecha: “la traducción holderliniana que es idéntica a la táctica hiperbólica que los situacionistas nombran como ‘detournement’ y que Lautréamont, que la utilizó con mayor éxito –o con mucho menos, ya que se trató de un éxito póstumo– llamaba ‘plagio’” (citado en J. Benito Fernández, El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero [Barcelona: Tusquets, 2006], 183).

[21] Panero, Visión de la literatura de terror anglo-americana…, 29.

[22] Blesa, “Teoría y práctica de la traducción como perversión”.

 

Bibliografía

Blesa, Túa. “La escritura como palimpsesto (una forma de la logofagia)”. Tropelías, n.° 18 (2012): 204-215.

Blesa, Túa. “Teoría y práctica de la traducción como perversión”. En Traducciones/Perversiones, editado por Túa Blesa, 7-45. Madrid: Visor Libros, 2011.

Blesa, Túa. Leopoldo María Panero, el último poeta. Madrid: Valdemar, 1995.

Capellán, Ángel. “La obra poética de Ezra Pound”. Cuadernos Hispanoamericanos, n.° 286 (1974): 32-91.

Fernández, J. Benito. El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero. Barcelona: Tusquets, 2006.

Jonas, Joan. “Some Animals”. En Animals, editado por Filipa Ramos, 24-27. Londres: White Chapel, 2016.

Panero, Leopoldo María. “Sobre la traducción”. En Carroll, Lewis, Matemática demente, 9-19. Barcelona: Tusquets, 1975.

Panero, Leopoldo María. Cuentos completos. Madrid: Páginas de Espuma, 2007.

Panero, Leopoldo María. El lugar del hijo. Barcelona: Tusquets, 2000.

Panero, Leopoldo María. Prosas encontradas. Madrid: Visor Libros, 2014.

Panero, Leopoldo María. Traducciones/Perversiones. Madrid: Visor Libros, 2011.

Panero, Leopoldo María. Visión de la literatura de terror anglo-americana. Madrid: Felmar, 1977.

 

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