El patio del Centro Cultural de España se llenó con una audiencia entusiasmada que compartió con la reconocida escritora y periodista española Julia Navarro en la noche del miércoles 29 de enero. Durante el evento, que fue organizado en conjunto de la Librería Internacional, la escritora estuvo en Costa Rica presentando su última aclamada novela “El niño que perdió la guerra”.
El conversatorio fue moderado por el editor costarricense Juan Hernández. Él comenzó preguntándole a Navarro cómo logra contar una historia entre España y Rusia en la cual recopiló una cantidad impresionante de memorias y anécdotas.
“Es que yo escribo las novelas, pero no sé cómo lo hago. Sé que lo hago, pero no sé cómo lo hago”, dijo Navarro al público. “A veces, yo creo que todas mis novelas tienen que ver con las cosas que a mí me importan”.
Escribir sobre las cosas que le importan le ha tomado muchos años y esta novela tardó toda una vida en escribirla. Siempre se cuestiona durante el proceso en qué momento decidió escribir una novela y no tiene respuesta para ello.
Cuando escribió “El niño que perdió la guerra”, se enfrentó con la difícil tarea de narrar las infancias fragmentadas de sus personajes que vivían en un contexto social sumamente complejo. Tuvo que narrar infancias que crecieron de golpe por la situación política en la que existen sus personajes. Aunque sus personajes están en el pasado, Navarro reflexionó sobre sus historias en un contexto actual.
Sobrevivir a regímenes totalitarios
“Hoy, más que nunca, hay un cuestionamiento político fuertísimo sobre los totalitarismos y el poder. Al mismo tiempo también está otra parte humana de quienes habitan estos estados, que son víctimas”, Navarro dijo al público.
Son personas que viven situaciones complejas donde simplemente se encuentran aplastadas por regímenes totalitarios y su única opción es sobrevivir. Navarro quería explorar esa condición humana y hacer una reflexión sobre los regímenes totalitarios. Quería que sus lectores entendieran que en un régimen totalitario lo primero que hacen es intentar controlar todo lo que tenga que ver con el pensamiento libre, la creación libre y la cultura.
“Los dictadores y los autócratas tienen mucho miedo a la creación. A través de una pintura, una canción, un libro y una película pueden haber ideas que vayan en la dirección contraria del dictador de turno, del autócrata de turno”, Navarro comentó. “Entonces, toda la organización cultural siempre quiere ser controlada por estos regímenes”.
Habló sobre regímenes que trabajan en contra de la libertad de sus ciudadanos y eso es lo que quería plasmar en su novela. Por medio del desarrollo de sus personajes quería mostrar mujeres que hablaran de sus ideas políticas y accidentalmente terminó hablando sobre la maternidad. Es un tema que sus lectores siempre comentan en sus conferencias.
“Este libro me hizo llorar un montón. Me sentí súper identificada con la maternidad”, dijo una mujer del público esa noche.
A esto, Navarro pausó y le contestó alegremente.
“Lo digo en simple. Me alegro mucho que lloraras. Este es un libro muy duro, y es un libro que si no lloras, yo habría fracasado a la hora de contarte esto”, dijo Navarro.
La lectora respondió que la novela la hizo sentir mucho dolor y desesperanza. Eso solo generó la curiosidad en ella de saber cómo Navarro logró transmitir esos sentimientos y emociones tan profundas.
“A mí lo que más me interesa es la condición humana. Es decir, mis historias tienen que ver sobre la condición humana. Entonces, yo intento meterme siempre en la piel de mis personajes y sentir con ellos lo bueno y lo malo”, dijo Navarro apasionadamente.
Explorando los claroscuros de la humanidad
Para Navarro, eso implica explorar la condición humana en sus mayores profundidades y niveles. Realmente sumergirse en la experiencia humana a través de sus personajes y su escritura que evoca sentimientos y emociones que atraviesan a sus lectores.
“Creo que el último gran misterio que hay en este planeta somos nosotros. Es el ser humano. Entonces, me interesa hacer esos viajes a lo más recóndito. A todos esos claroscuros que todos los seres humanos tenemos”, dijo Navarro.
Para explorar esas diferentes tonalidades y esos claroscuros de la humanidad, Navarro recurre a sus herramientas periodísticas. Recurre a sus habilidades para reunir una amplia y robusta recopilación de historia. Contextualiza el presente por medio del pasado. Busca conocer la historia para entender de dónde venimos, por qué pasa lo que pasa hoy en día y hacia dónde vamos.
Intenta entender todo eso, pero eso no le quita una visión pesimista del clima político global actual. Cree que el conocimiento de la historia no evita que se cometan errores parecidos en el presente y se preocupa al ver la deriva que hay en estos momentos en el mundo. Le preocupa ver que hay muchos líderes fuertes actuales que realmente son autócratas que están limitando las libertades de la ciudadanía.
“Cuando hablamos de los fascismos de hoy, la gente no va con correajes ni levanta la mano y hace esas cosas tan desagradables y tan horribles. Hay otra manera de hacer las cosas, pero las consecuencias son las mismas”, dijo Navarro. “Por eso es importante conocer la historia, pero desgraciadamente, a la vista está que no somos capaces de no repetirla”.
Navarro utiliza a sus personajes para poder hablarle a sus lectores sobre estos temas que le importan. Siempre sabe lo que quiere contar y usa a sus personajes como vía para narrar sus temas de interés. Empieza a vivir con sus protagonistas. Forman parte de su vida y los ve como seres reales. Se crea una obsesión con sus personajes al punto que empieza a verles existiendo por las calles.
Para poder desarrollarlos siempre vuelve al periodismo porque es una profesión y disciplina que le ha permitido vivir muchas vidas. Ha podido transitar y pasar por lugares a los que nunca hubiese ido si no fuese por su labor. Es una carrera que le permitió desarrollar una visión distinta del mundo. Su apego al periodismo le ha permitido explicar mejor sus historias en este momento de su vida como escritora.
“La Julia de hoy es consecuencia de la Julia de ayer. Yo no me peleo por mi ayer, sino que agradezco lo que he vivido porque es lo que me está permitiendo vivir ahora otra realidad”, dijo Navarro. “Otra parte de mi vida que sigue consistiendo en lo mismo: en contar historias”.
Navarro siempre ha contado historias que buscan la condición humana como tema principal. En su libro “El niño que perdió la guerra” eso está presente constantemente. Esa exploración de la condición humana está mezclada por su interés en contar las historias de personas que se han tenido que marchar de su lugar de origen para ir a otros países en busca de otros horizontes.
Es ese desplazamiento e inmigración desgarradora donde las personas ni siquiera se van en busca de una mejor vida, sino simplemente para sobrevivir. Son personas que huyen de sus países por guerras, violencia y miseria y que llegan a las costas europeas o a Estados Unidos para luego enfrentarse con nuevos problemas.
“Por esa desconfianza que hay hacia ellos, yo estoy muy comprometida con ese problema. Yo estoy muy comprometida con prestar mi voz a los que no tienen voz”, dijo Navarro. “A los que no les escuchan. Para mí ese es uno de los ejes de la novela y uno de mis compromisos”.
Ella quiere ser su voz y hacer un llamado de reflexión para las personas que se enfrentan con situaciones difíciles de migración. Quiere ser esa voz que explora la extraordinaria y compleja condición humana. Quiere ser una voz donde su apasionada escritura provoca una conexión profundamente emocional con sus lectores.
“Escribir difícil es muy fácil. Escribir fácil es muy difícil”, dijo Navarro. “Lo difícil es que todo el mundo entienda”.