Fecha
Lunes, 27 de enero de 2025.
Cuando el arquitecto español Uriel Fogué tenía que decidir cuál carrera estudiar en la universidad, valoró sus diferentes intereses. Tenía dudas en si estudiaba filosofía, bellas artes, física, alguna una ingeniería o arquitectura. En ese proceso encontró que el programa de estudios de arquitectura era el que tenía más asignaturas que le gustaban.
“Al principio yo no me había planteado hacer arquitectura. Empecé a estudiarla y como que me fascinó. De repente, todo el universo como que se abría,” Fogué comentó durante su visita en Costa Rica en diciembre del 2024.
Una vez tomada su decisión, Fogué obtuvo sus estudios en arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Es doctor en arquitectura y también cuenta con estudios en filosofía. Ha sido galardonado internacionalmente con prestigiosos premios, codirige la oficina de arquitectura española elii y el proyecto Gabinete Crisis de Ficciones Políticas.
Y, también, ejerce la docencia, ya que actualmente es profesor en la UPM y la Universidad de Columbia en Nueva York, Estados Unidos. En el pasado fue profesor en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y la Universidad de Alicante (UA).
En su amplia experiencia, comprende que la arquitectura es un universo tan profundo que se puede pensar de distintas maneras y no solo ejercerse en la forma más tradicional. Fogué la entiende como una disciplina que tiene muchas distintas definiciones. Que no solo existe un tipo. Son procesos de transformación o la re articulación de la realidad.
“La realidad está atravesada por deseo y articulada desde deseos. Entonces, si la arquitectura es la transformación del espacio, no puede desatender al deseo”, Fogué dijo. “Sería una cosa como desatender al color o la gravedad. Si la realidad es deseo, entre muchas otras cosas, pues también nos toca espacializar el deseo”.
Es también un arte que al mismo tiempo está muy cercano a la técnica. Es el arte de transformar y re configurar el espacio. Un arte que también requiere de relacionarse a otras disciplinas para poder coexistir de manera armónica en el mundo. Requiere de trabajo en equipo; algo que ha logrado perfeccionar a través del tiempo con sus compañeros Carlos Palacios y Eva Gil en el estudio elii.
La dinámica con sus compañeros consiste en entender que son personas muy diferentes, pero cuando trabajan en equipo, se complementan muy bien. Descubrieron que su interacción resulta en algo muy distinto a lo que hacen por separado.
“Entendimos que nos funcionaba muy bien trabajar juntos y empezamos alquilando un espacio y luego, poco a poco, [hemos ido] trabajando juntos”, comentó Fogué. “Vamos, que yo estoy aquí poniendo la voz por ellos, pero en realidad, es un trabajo de equipo. Súper de equipo”.
La arquitectura de microorganismos
Esa unión también los llevó al descubrimiento de otras destrezas y la comprensión de que la arquitectura está presente en todo ámbito de la vida. El ejemplo más claro de ello es la colaboración de elii con el artista turco Orkan Telhan.
Ya han creado varios proyectos como “Microbial Fruits of Istanbul” y “Restos en suspenso, todavía”. Telhan tiene décadas trabajando con microorganismos y en conjunto de elii, crearon arquitectura para microorganismos. Desarrollaron procesos juntos que Fogué describió como una manifestación espacial en espacios microbianos.
Para este tipo de proyectos, la metodología arquitectónica fue completamente diferente a lo que Fogué y sus compañeros estaban acostumbrados. Necesitaban laboratorios con otro tipo de interfaces, pruebas y maneras de pensar. Procesos que ellos no sabían hacer solos desde su práctica arquitectónica.
“Los procesos con Orkan los empezamos a trabajar desde el Covid. Todo el mundo nos decía: pero qué tontería es esto que estáis haciendo. Esto no es arquitectura. No influye a los ciudadanos ni a las ciudades ni a los espacios”, dijo Fogué. “Luego vino Covid en uno de los proyectos que estábamos haciendo con él en Estambul y claro, muchos de estos proyectos cobraron una dimensión totalmente distinta.”
La colaboración sucedió gracias a Mariana Pestana, curadora de la quinta Bienal de Diseño de Estambul. Ella los invitó a ser parte de la bienal donde diseñadores trabajaban en espacios públicos junto a colectivos locales. Fogué y sus compañeros hicieron pruebas en el terreno colaborando con el departamento de microbiología de la Universidad de Estambul.
En esa ocasión aprendieron mucho sobre el suelo.
“El suelo de Estambul – todos los suelos del mundo – al otro lado de nuestros pies, está un universo lleno de vida de seres que los descontamos en nuestras narrativas centradas en los seres humanos”, dijo Fogué. “Son imprescindibles para nuestra vida y la vida de la tierra. Son billones de seres vivos que están ahí transformando otros Estambules. Construyendo otros Estambules”.
Una vez que descubrieron esa función de estos seres vivos – a menudo ignorados – hicieron un quiosco que funcionaba de interfaz llamada “Microbial Fruits of Istanbul”. En este quiosco contaban las historias de esas “otras Estambules” desde el punto de vista de los microorganismos.
Para poder contar esas historias tuvieron que extraer muestras del suelo después de excavar un metro de tierra en espacios públicos. Luego, las muestras fueron procesadas en un laboratorio en Estambul.
Y lo que siguió fue una sorpresa para Fogué. Voló su mente a otros niveles ya que hicieron talleres para comerse a esos seres vivos e introducirlos en sus cuerpos.
“Nuestra microbiota está muy sincronizada con un lugar. Con lo que nos estamos comiendo en un lugar”, dijo Fogué. “Y estos microorganismos que pasaron en los fermentos a nuestros intestinos, cuestionaban, de repente, qué era pertenecer a un lugar o quién era más local”.
De un pronto a otro, Fogué tenía seres vivos en su cuerpo que descendían de épocas previas a la existencia de los seres humanos. Estos seres vivos estaban ahora habitando su cuerpo.
“Que una persona te dijera: yo soy más de aquí. Yo pertenezco a este lugar. Este lugar es mío. La propiedad”, Fogué dijo, pausadamente. “Conceptos de este tipo se habían completamente desafiado desde el punto de vista microbiano”.
Pero lo que fue más revelador para Fogué fue que el proyecto le sirvió para entender fenómenos en la arquitectura. Los procesos de pérdida de biodiversidad y gentrificación suceden en paralelo y a la misma vez en los intestinos en el cuerpo humano.
Se evidenció que estaba introduciendo microorganismos en sus intestinos y estos estaban desplazando a los habitantes locales. Había nuevos residentes viviendo en su cuerpo y además de la gentrificación, también encontró la “pérdida de biodiversidad”. La encontró de manera literal y no metafórica.
“Está pasando en nuestros cuerpos. Tenemos que tomar suplementos, probióticos y cosas así para complementar nuestra dieta. Nuestros intestinos, muchas veces no tienen la riqueza microbiana que tenían en otro momento y cuando lo hablábamos con estos científicos, decían: vale, sí. Para ti es un descubrimiento. Pequeño arquitecto”, dijo Fogué, riéndose.
Al haber sido un proceso colaborativo transdisciplinar, Fogué puso mucha atención en cómo para un científico – desde el punto de vista microbiano – un jardín en la calle y el cuerpo humano no son tan distintos.
“Tu cuerpo es un jardín de microorganismos también. Es una arquitectura de microorganismos. Entonces, desde ese punto de vista microbiano, ¿por qué no le iba a pasar lo mismo que a un jardín? Si le está pasando al planeta”, comentó Fogué.
Esta obra de arte arquitectónica transformable y microbiana, “Restos en suspenso, todavía”, en colaboración con Telhan fue exhibido como una instalación en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, España en el 2023.
Las arquitecturas del fin del mundo
La temática de tremenda obra de arte es una que se relaciona fuertemente con el concepto detrás del libro “Las arquitecturas del fin del mundo”, que Fogué publicó en el 2022. Esta exploración empezó con la curiosidad de Fogué en entender por qué el mundo está constantemente bombardeado con mensajes apocalípticos. Quería comprender la razón detrás de una visión apocalíptica tan presente a nivel global. Esta intriga lo llevó a estudiar filosóficamente los discursos apocalípticos y su origen.
“Me di cuenta de varias cosas. El apocalipsis es algo que ha acompañado a las culturas toda la vida. No podría afirmarlo categóricamente, pero intuyo que casi que todas las cosmogonías y casi todos los momentos históricos han tenido sus maneras de visualizar un posible fin del mundo o varios posibles fines del mundo”, Fogué comentó.
Al estudiar esos momentos históricos intensos, entendió que la narrativa apocalíptica siempre es una constante, especialmente en el contexto actual global. Además de eso, Fogué encontró que no existe ningún discurso apocalíptico que no esté arquitectónicamente construido. Empezó a notar que todas estas narrativas se fundamentaban en espacios y escribió sobre cuáles arquitecturas moviliza estos discursos apocalípticos.
Todo esto fue basado tomando como referencias los libros “¿Hay mundos por venir?” de Déborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro y “El Contrato Natural” de Michel Serres. A través de su constante estudio, Fogué entendió los discursos apocalípticos en relación a la arquitectura y cómo su disciplina también se compone de contratos ecológicos en el contexto actual lidiando con desafíos del cambio climático.
Su libro “Las arquitecturas del fin del mundo” muestra cómo el arquitecto español ejerce su disciplina desde un punto de vista transformable. Donde lo tradicional se cuestiona y se expande a los retos actuales. Donde su utilización de la palabra “fin” es un juego de conceptos. A primera instancia podría parecer un escenario fatalista para la arquitectura, pero en realidad es una visión optimista por parte de Fogué.
Fin significa acabamiento, pero también es objetivo o propósito.
“Para mí es un poco de dar la llave de realidad. No es como caer en un optimismo inocente ni un buenismo. El mundo está muy complicado”, dijo Fogué, riéndose. “Cuando hablamos de arquitectura del fin del mundo, son arquitecturas de cómo nos imaginamos un nosotros colectivo para vivir otros futuros posibles”.
Para vivir otros futuros posibles, Fogué en conjunto de sus compañeros de elii, han tenido que generar nuevas metodologías que respondan a las necesidades y retos actuales de la arquitectura y construcción. Que traigan soluciones a los problemas de los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que afirman que la arquitectura y la construcción son dos de los sectores que más emisiones generan a nivel global.
“En muchas de las obras que estamos haciendo ahora, planteamos estrategias de descarbonización en proyectos arquitectónicos”, Fogué comentó. “Eso para entender que no solamente estás respondiendo a un encuentro, un proceso constructivo, una economía de una obra o un aspecto estético, sino que estás determinando los derechos de existencia de generaciones futuras. Pero no solo de humanos. De humanos y de más que humanos”.
Todo esto es parte de la arquitectura transformable de Fogué. Una arquitectura que es un arte que cuestiona las maneras tradicionales de existir de la disciplina, pero que también genera un espacio de vida para quienes habiten sus proyectos – ya sea seres humanos o seres vivos no humanos.
“El tema es que [la arquitectura] sea transformable. Es comprender que tenemos muchas vidas en una vida y que cambiamos en el tiempo. Incluso, en el mismo tiempo somos muchas personas distintas”, dijo Fogué. “Que tú puedas usar los espacios transformables como lugares de experimentación personal y que cuando quieres hacer esos cambios, no estén tan cerrados los espacios que no te permitan hacer esas pruebas. Son proyectos que te permiten explorar las posibilidades de tu vida”.
La charla de Uriel Fogué fue parte de las Conferencias Magistrales organizadas por el Centro Cultural de España, la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veritas y la Fundación Omina bajo la curaduría de Ricardo Ramón Jarne (director del Centro Cultural de España) y Marlo Trejos (director de la Fundación Omina). Estas conferencias se alinean con los objetivos del proyecto San José Ciudad Paisaje del Centro Cultural de España, el cual propone la transformación integral y sistémica de la urbe de San José, Costa Rica.
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