Núria Güell es artista y activista política. La línea de trabajo de esta catalana se enfoca en la revisión de los de procesos creativos que desemboquen en acciones concretas que pongan en duda las realidades y posiciones de las instituciones (del arte y del aparato político-social), alterando así las relaciones de poder.
Nuria cuestiona con su obra los límites de la ética y la legalidad a través de estrategias que permiten interpelar al espectador, pasando por la revisión de la posición del artista y cómo desde el proceso artístico/creativo se puede incidir en la normativa de la realidad en la que vivimos.
Uno de los riesgos de lo conocido como “arte político”, es centrarse en el afuera cayendo en ficciones de un purismo auténtico. Con Jose, María José, Marga, Laura, Nery, Valeria, Karen, Gabriel, Chabela, Vilmer, Felipe, Johann, Laura A, Nathy, Luis, Jorge e Ilimani nos auto-impusimos un pacto. No nos conocíamos pero nos permitimos sentir que estábamos en familia. Aquí, como allá o en cualquier parte, nadie se salva.
Tener claro esto nos ayudaba a perder el miedo y a tratar de no rehuir a las paradojas ni a las contradicciones que nos constituyen. Enfrentarnos a ellas con ánimo dialéctico nos permitió un viaje desde lo más singular de cada unx a los ecos más sintomáticos del contexto social y político. Elegir siempre es atreverse a tomar una posición incómoda, que nos saca de las poltronas comunes en las que queremos sentirnos cobijados por un modo de asegurarnos la pertenencia a tal o cual grupo social o ideología. Decidimos no escapar a la toma de posiciones. Desde el análisis de las propias contradicciones, de los privilegios y de las etiquetas que nos auto-imponemos o desde las identificaciones en las que nos situamos para relacionarnos con el otro, logramos problematizarnos a nosotrxs mismxs, y de esta manera a nuestro contexto cultural y socio-político. “Esta experiencia ha sido como una batidora sin tapa”, dijo Chabela. Y estoy de acuerdo con ella: logramos salir todxs salpicados, el purismo y lo impecable se revelaron como ficción, y los límites (hegemónicos) de la acción se expandieron más allá de lo permitido socialmente.
Ahora, ya desde la distancia, la digestión de lo compartido depende de cada unx. Aún a día de hoy me sigue retumbando que la acción política (ya sea artística o no) no solo es transformadora por sus consecuencias, sino que es una acción que toma cura de la vida en común mientras esta se está dando. Gracias por ello y por todo el conocimiento generado a todxs los participantes, así como a Salva y a todo el equipo de El Farolito y de Casa Caníbal.
Sobre el encuentro: https://ccecr.org/evento/arte-activismo-politico-mesa-discusion-nuria-guell/