Un antecedente, un panorama, un corpus y un presagio (o desafío)
Posibilidades de materialización de la literatura local
Carlos Regueyra Bonilla
Lector empedernido. Productor del programa “El placer del texto” sobre literatura costarricense (2015-2019). Su novela Seis tiros ganó el Premio Joven Creación 2016 de la Editorial Costa Rica. Ha publicado artículos, cuentos y poemas en revistas impresas y electrónicas.
Sinopsis:
El artículo señala a la revista Kasandra como antecedente en la materialización diversa de textos literarios, reseña un breve panorama de la publicación de literatura en Costa Rica y expone algunas publicaciones cuya materialización resulta interesante por su carácter híbrido.
Texto:
Me interesa la forma que toman las palabras. Me interesa cómo se ven en la pantalla, cómo se dibujan en el papel. Me interesa cómo se materializan, es decir, cómo se imprimen, cómo se diagraman o se organizan, qué lugar ocupan en el espacio, cómo se encuadernan, cómo se palpan, se tocan, cómo se manipulan, cómo huelen el papel y la tinta, cómo circulan y se distribuyen, cómo interactuamos con ellas.
Érase, una vez, una revista. Se llamaba Kasandra y fue la auténtica revista de vanguardia.
Yo haría un compendio de los mejores mil y un elogios que Sherezade susurró en el lecho del rey Shahriar para celebrar a Kasandra bailoteando por la década de 1990. Porque se desbordaba de las páginas: le brotaban cepas de hongos alucinógenos que eran separatas de poesía, atadas por un hilo rojo, de título cuchillero: Los amigos de lo ajeno. Salió en bote de remos a navegar un océano desconocido para permanecer sobre las aguas como los barcos de leyenda, que es mi manera de decir que empezó a suceder también como un foro en internet, cuando internet era una novedad rarísima, como preguntándose ¿puede la locura, es decir, la poesía tomar también esta forma?
Fue una postal irreverente de su época. Una postal en movimiento, con historietas, horóscopos, un poco de collage, y cada número con un título como “Húmeda criatura de la noche”, “El nuevo año del alarido escarlata”, “Ella tiene pito y lo enseña”, “Un feroz perro de guaro” y “Kasarandra Fried Chicken – KFC- o Las Aventuras del Coronel Sobaco de Pollo”, entre otros.
Convocaba eventos en bares que ya no existen como reinventado las fiestas de Rafael Ángel Troyo, pero con ánimo sesentayochista, con más sexo, drogas y rocanrol.
Ay, Kasandra, para vos este suspiro.
Hoy hay más editoriales costarricenses que nunca antes. Las universidades públicas cuentan cada una con una editorial que publica, mayoritariamente, textos académicos, pero también, de vez en cuando y unas más que otras, literatura. Estas, junto con la Editorial Costa Rica, han sido las encargadas de mantener en circulación un corpus de textos canónicos, pero también se han permitido ampliar ese canon y convocan certámenes que son relevantes porque incentivan la nueva producción literaria local.
Primero apareció Perro Azul que rompió con cierto anquilosamiento dominante a principios de este siglo, y le siguieron Germinal, Lanzallamas, Espiral, Uruk y Arlekín, que abrieron nuevos espacios para la publicación de literatura local y, en ocasiones, de textos escritos por gente de otros países para ponerlos en circulación aquí. Luego surgieron Feliz-feliz, Encino, Alfabeto, Ediciones 1390, Los tres editores, Ambigú, Letra Maya, Invernadero…
Uruk, Encino, la extinta Germinal, Lanzallamas, Espiral, Los tres editores, Invernadero y Letra Maya comparten el hecho de publicar textos de autores y autoras que no son costarricenses ni viven aquí. Lanzallamas no publica poesía y Espiral sólo publica poesía.
Las editoriales estatales en su conjunto tienen los peores diseños de libros: las portadas, las diagramaciones, en fin, el aspecto visual de los libros está ahí más descuidado o peor logrado. Uruk y Letra Maya tienen un enfoque más comercial y centroamericano, mientras que Invernadero, Ambigú, 1390 y Feliz-feliz apostaron por los tirajes reducidos, artesanales. Aunque en general todas publican libros, estas últimas están más cerca de los folletos o fanzines. Antagónica, de vida breve, publicó dos libros digitales.
En un panorama que he intentado reseñar y con un antecedente como Kasandra, que entregaba un número con hojas sueltas en una bolsa y otro con separatas, o con páginas de tamaños distintos en un mismo volumen, me interesa destacar un puñado de publicaciones recientes, de esta segunda década del siglo, por la manera en que se materializan, pues hablan de procedimientos nuevos o renovados.
Quiero empezar con las dos publicaciones de Antagónica. Esta era una revista digital que publicó un poemario y un volumen de cuentos: Fassbinder y las mujeres conejo, de Ismael Murillo, y Sombra entre las sombras, de Byron Salas (Disponible aquí: https://gumroad.com/l/FkLdC). Ambos fueron libros digitales, es decir, fueron expresamente editados y diseñados para ser leídos y distribuidos en formato electrónico y se podían descargar de manera gratuita.
Un antecedente podría ser Milagros sueltos¸ una novela por entregas, escrita por siete personas bajo la coordinación de Dorelia Barahona y el auspicio del Centro Cultura de España, que se publicó en un blog en 2008, cuya publicación responde expresamente al formato digital (https://ccecr.wordpress.com/). La diferencia: el diseño, la diagramación, no es la de un libro digital, sino la de una plantilla prediseñada, es decir, una parte de la materialización del texto (el formato digital) fue intencionado, pero otra parte (su aspecto visual), no.
Los libros de Antagónica no aspiraban a estar impresos, a diferencia de Brea, de Diego Mora.
Brea es una antología, es decir, una recopilación de las publicaciones anteriores. Pero el rasgo que me llama la atención y por el cual traigo a colación este texto es que su materialización es cambiante.
Se trata de una publicación que se imprime contra pedido, es decir, mediante una plataforma digital, una persona compra el libro que, sabe, es una antología de poesía de Diego Mora. Lo que no puede saber, y será cambiante cada vez, es cuáles poemas incluirá esta vez el libro. En una entrevista que le hice en 2018, dijo: “Siguiendo a Whitman, lo que me interesaba era continuar adaptando el libro a los textos. Cada edición es diferente. Es parte de lo que conscientemente quiero aprovechar. Me gusta jugar con el material, tener las piezas de lego y armarlas como me parezca en ese momento” (Para escuchar la entrevista completa: https://mx.ivoox.com/es/28726981).
Este procedimiento no solo es curioso o llamativo, sino que pone en cuestión uno de los rasgos fundamentales de la palabra impresa: la noción de perdurabilidad, de inalterabilidad.
Algo similar sucede con El templo del asco. A mi entender se trata de una publicación múltiple, una plataforma, si se quiere. Es decir, bajo ese mismo título hay tanto publicaciones impresas como digitales que combinan textos de Johannes Troz y dibujos de Federico Salas, pero incluye también una animación titulada La República de Kruki, pensaba como un audio-libro, grabado con un celular y con efectos de sonido hechos con las bocas de los autores (disponible en https://www.behance.net/gallery/87853059/La-Republica-de-Kruki). Aunque estas publicaciones se pueden conseguir en algunas librerías, han tenido lugar también en espacios de circulación más de artes visuales que de literatura, como las galerías. El primer volumen, Juanita, “Lo imprimimos nosotros, nosotros lo engrapamos, lo cortamos nosotros”, dijo Johannes en la entrevista que tuvimos (https://mx.ivoox.com/es/43055996). El segundo, Espejos, fue impreso en risografía con el Taller 20/20.
El aprovechamiento de plataformas digitales para la distribución y materialización de textos literarios del que vengo hablando fue llevado a un nivel más multimediático por Silvia Piranesi en el poemario Caída libre, sobre el que ya escribí en otro texto (http://revistapenultima.com/palabras-al-margen-tres-mujeres-desbordando-los-cliches-de-carlos-regueyra-bonilla/). Se trata de poemas-collage que se nos presentan en la forma de animaciones digitales en stop-motion: https://readymag.com/913987/. Son palabras apropiadas de otros textos, dispuestas en una secuencia temporal que propone un ritmo de lectura, con una sintaxis de cortocircuito.
Cuando hicimos una entrevista al respecto, Silvia trajo a colación el trabajo de un artista llamado Jan Hakon de quien dijo que lo que más le interesa es la actitud que tiene él con su trabajo: nuevas formas de hacer lo mismo. Ella ya había hecho poemas-collage anteriormente, pero en el proceso de recortar palabras de libros de segunda y optar por nos buscar comas y puntos sino más bien palabras, encontró que la técnica de animación en stop-motion le permitía “medir ese ritmo que da una puntuación”. “El hecho de robarse palabras de otras personas es un gusto”, dijo Silvia. Y se refirió a sus procedimientos como “hallazgos poéticos”. La entrevista completa se puede escuchar aquí: https://mx.ivoox.com/es/33526590.
En este poemario, las posibilidades de las tecnologías digitales no sólo son herramientas con las que se construye el sentido al conjugar imágenes y texto, que son una forma de complicidad en el silencio. Se trata de poemas cuya existencia material consiste en videos que se observan en una pantalla.
Aunque no se trata estrictamente de un collage como los de Silvia Piranesi, hay algo de yuxtaposición de materiales diversos, de textos e imágenes, en la publicación de Alfabeto titulada Hogar dulce hogar es lo que dice el rótulo de madera colgado en la puerta de entrada. Es de lo que huimos a lo que aspiramos. Es el miedo de entrar y el miedo de salir. Es todo y nada de lo que pensamos de una casa, que reúne dos piezas de dramaturgia de Alejandra Marín con el Proyecto En Rojo (que le valió el Premio Nacional de Dramaturgia, dicho sea de paso), así como fotografías de montajes y la transcripción de conversatorios a propósito de las piezas. https://mx.ivoox.com/es/32912149
Sobriedad un broadside, por su parte, es una publicación que combina textos de G.A. Chaves con ilustraciones de Laura Astorga Monestel. Broadside es el término que define el formato: una hoja doblada por el lado largo. Me interesa porque la diagramación está intervenida por los dibujos, es decir, el diseño de las páginas está pensando con ojo de artista. “Más que un libro, es un fanzine”, dijo Gustavo, “este formato hace que cada página sea el espejo de la anterior”. Puede abrirse por un lado o el otro, es decir, no tiene contraportada, sino dos portadas, y algunos textos están hacia arriba y otros hacia abajo, o al revés, según se mire. Es un folleto que propone girar el objeto para leerlo. “Yo quería no ilustrar lo que acaba de leer sino darle una nueva lectura por medio de un dibujo o una imagen”. Así explicaba Laura el procedimiento. La entrevista con ambos se puede escuchar aquí: https://mx.ivoox.com/es/35822046.
Estas características de páginas diseñadas con ojo de artista y propuestas de manipulación de maneras diversas del texto como objeto están presentes también en las publicaciones de Ediciones 1390 y en los proyectos de Adrián Flores Sancho, su editor. Cada publicación tiene un tamaño, una tipografía y un diseño diferente del objeto en su conjunto. Pequeño relato de un viajero en el tiempo, por ejemplo, “si uno lo abre de manera convencional encuentra ‘última página’”, el libro da la sensación de “ir navegándolo al revés”. “No soy quien escribe por tópicos o por estilos, sino más bien buscando estrategias de escritura”, dijo Adrián (https://mx.ivoox.com/es/37258442). “Siempre me propongo un mecanismo o una estrategia y conforma la escritura va aconteciendo se va encontrando sus temas”.
Un texto más que me gustaría mencionar, entendiendo texto como tejido, es decir, como entrecruzamiento de hilos que no son sólo palabras, quiero mencionar Cosas maravillosas que pasan desapercibidas en San José, Costa Rica y su ubicación, elaborado por Laura y Carolina Astorga Monestel, porque es un conjunto de mapas de la ciudad, pero, principalmente, es una invitación a caminar. Es decir, la manera cabal de leer este libro no es pasar los ojos sobre las páginas, sino caminar por San José en búsqueda de los detalles inadvertidos que nos propone ver. Nos propone, entonces, otra materialización de la lectura.
Soy un lector quijotesco, lo cual quiere decir que leo como si me fuere la vida en ello, con tanta afición y gusto como para perder el juicio, es decir, la quietud, la calma, el sosiego, pues leer me conmina a hacer, a correr aventuras, a encarnar lo que leo. Y del recorrido de lecturas que aquí he citado quiero proclamar la fascinación por la forma como un encanto que me mueve a lid, es decir, a batallar a mi modo.
Presagio que estas propuestas aquí reseñadas abrirán otros caminos a nuevas formas, que pueden ser antiguas como petroglifos, pero renovadas, dispersas, múltiples, y eso deseo, eso añoro para mí y para el futuro, a ello no les invito candorosamente, a ustedes que están leyendo esto, sino que les desafío: a que se dejen de lecturas acomodaticias y arranquen las palabras aplanadas de las hojas para que las materialicen en formas nuevas en nuevas formas.