Fecha
15 de mayo de 2025
En la PARTE I aprendimos cómo Martín Seipel escaló a la cima cinematográfica. Ahora vamos a explorar cómo el cine del director y creativo autodidacta argentino es un arte multidisciplinar. Seipel se define a sí mismo como un artista versátil. Alguien que no se encasilla en un solo tipo de video. Crea videos musicales para artistas muy grandes a nivel global, comerciales y videos más narrativos.
Le gusta mucho experimentar a nivel visual en su constante búsqueda de imágenes y distintos espacios. Su cine siempre se transforma y en cada nueva obra, trata de dar algo más. Nunca da pasos hacia atrás y siempre utiliza el cine como una de las tantas maneras para expresar emociones. Expresa una emoción que viene de un color, la iluminación o cómo edita una pieza.
“Yo lo defino como un acto de expresar lo que uno siente en ese momento. Como si yo escribiera un diario personal. Para mí es lo mismo escribir un guion. Si ese día yo me desperté contento, probablemente el video que haga la semana siguiente, va a tener ese mood” dijo Seipel.
El cine es su diario personal, pero también es como un deporte. Es su escapatoria para ser libre y pasar la barrera de la timidez o vergüenza de mostrarle a los demás su arte.
“Siempre lo hago para mí y así trabaje con otro artista, siempre quiero que tenga mi personalidad todo lo que hago”, dijo Seipel. “Para mí el cine y el arte es mi personalidad. Es quién soy yo y quién me representa y siempre voy a defender eso porque es mi imagen interna”.
Esa imagen interna le gusta expresarla explorando distintos formatos de cine y géneros audiovisuales. No busca encasillarse. Crea un proceso cinematográfico caótico porque lo artístico no es perfecto. Es un proceso que tiene distintas fases: la investigación, la producción, el rodaje y la edición. Su parte favorita es estar en set con todo su equipo, pero ha encontrado en el video musical algo especial.
Es el género audiovisual que más lo reta porque está creando sobre el arte de otro artista. Para crear necesita entender el mundo que el otro artista imagina para una canción. Tiene que tratar de ponerse en el lugar de ese artista con el que está trabajando. Por eso le gusta crear un ambiente colaborativo y participativo con el o la artista que esté trabajando en el momento. Que se dé la sinergía creativa que a Seipel tanto le encanta.
“El proceso para mí, una vez que recibo la canción, es escucharla millones de veces. Yo puedo estar 24 horas adentro de mi casa escuchando la canción, pero agarro el auto y me voy a manejar y es el momento donde a mí se me ocurren las cosas”, dijo Seipel. “Cuando suelto toda esa presión – porque es un momento de presión – en donde se exige una idea a partir de una canción y hay un tiempo que uno lo tiene que pensar. Trato de darme esos espacios para poder entrar a ese mundo”.
Al entrar a ese mundo, Seipel se encuentra con mucha libertad y un sinfín de posibilidades para crear los videos musicales. Su única limitación es una canción. A partir de ahí, puede conceptualizar una historia abstracta, una comedia o una película narrativa corta. No tiene reglas para crear.
Esa libertad le ayuda a escoger su paleta de colores fácilmente. Los colores son ese elemento pictórico que empieza la conceptualización de los videos musicales. Le gusta irse por un aire de oscuridad a la hora de iluminar. Escoge un color inicialmente y luego, le suma dos o tres tonos más. No se va por las reglas del contraste. Establece sus propias reglas a la hora de “pintar” con colores y luces en un video musical.
“Creo que las paletas de colores que uno usa y que elige para un video también es una representación de cómo uno es o cómo uno se siente. Realmente me gusta experimentar. Es como una persona que pinta”, dijo Seipel. “Hay ciertas obras en donde se han improvisado colores y no se siguió un código de color o un contraste de color. Eso creo que es lo más lindo de experimentar”.
El color debe coincidir con la canción. Debe ir con los ritmos que se escuchan de fondo más allá de la letra. Debe entrelazarse con los momentos específicos de una canción. Con los sonidos pequeños que están escondidos y que marcan un corte en una escena, un final o un inicio.
En el video musical para la canción “De Carolina” del artista puertorriqueño Rauw Alejandro, es donde Seipel retrata claramente su cine como un arte multidisciplinar. Ese es uno de sus videos preferidos porque lo hicieron en película análoga en 35 milímetros. No fue digital. Es parte del álbum «Saturno» de Rauw Alejandro; álbum para el que Seipel también hizo la dirección creativa.
El proceso para dicho video comenzó al ir al barrio de Carolina en Puerto Rico. Ahí es donde Rauw Alejandro nació, se crio y también tiene su estudio de música. Seipel fue con el equipo por diez días a conocer este barrio pequeño donde sus habitantes tienen como ídolo deportivo a Roberto Clemente, quien era un jugador profesional de béisbol puertorriqueño que ganó dos Series Mundiales con los Pittsburgh Pirates de las Grandes Ligas de Béisbol (MLB).
Por eso era importante incluir el monumento de Clemente en el video musical de “De Carolina”, ya que es una de las personas que mejor representa al barrio de Carolina. Aparte de eso, el video muestra imágenes que aluden a la historia de Puerto Rico en relación al reggaetón por el carro de policía que aparece en una de las escenas.
“Tiene parte de representar ciertos caseríos y cierto pasado de Puerto Rico. En parte también, es esta relación indirecta del chico que se escapa de su casa y todas las cosas que pasan. Que una madre se queda esperando adentro cuando el hijo sale y afuera es un mundo”, dijo Seipel.
La policía podría ser una referencia a la década de los noventas cuando el reggaetón era conocido como el “underground” y era castigado por las autoridades, quienes entraban a los caseríos. Estos son residencias públicas subsidiadas por el gobierno puertorriqueño para personas de escasos recursos.
Además de representar sutilmente un problema social, el video musical también muestra cosas buenas, como dijo Seipel. Enseña a un niño que estaba aburrido en su casa. Que solo tenía ganas de escuchar música, se topa con sus amigos, recorren el barrio y terminan en un concierto. Terminan en un concierto con Rauw Alejandro y DJ Playero, quien colabora en la canción y es una figura clave de la cultura puertorriqueña en los inicios del reggaetón en los noventas.
Este video tiene muchos detalles que están finamente curados y al que hay que ponerle atención dado que buscó representar las realidades de cómo viven las personas de Carolina. El niño principal es un actor local del barrio.
“Nosotros estábamos buscando a alguien que se parezca a Rauw de chico, pero también necesitábamos que actúe. Tenía que ser de Carolina. Encontramos un chico que estaba muy bien” dijo Seipel. “Le hicimos las mismas trenzas que está usando Rauw en el video. Después, tenía dos amigos y la madre de uno de los chicos era la madre real. El resto de la gente que acompaña es también toda gente local de Carolina”.
Junto con el casting, la selección del vestuario era importante. Tenía que ser ropa “vintage”, pero casual. Que se vistieran como en los noventas, pero que no se sintiera forzado. Que la ropa agregara al color de un barrio alegre como Carolina. Ese color y alegría se aumentó todavía más en el final con el baile del break dance. Se incluyó por ser una disciplina artística que se daba mucho en los noventas y que tiene una conexión muy fuerte con la música urbana.
La combinación de distintas disciplinas artísticas es una constante en el cine de Seipel. En sus videos con Rauw Alejandro siempre están presentes de diferentes formas. En el video de la canción “Ni Me Conozco” del álbum “Cosa Nuestra” del puertorriqueño, la muestra de varios tipos de arte se ve de una manera más sutil. En esta pieza dirigida entre Seipel y El Zorro – el sobrenombre creativo de Rauw Alejandro – se genera cierto misterio para que la audiencia ponga más atención.
Ese misterio sucede a través de todo “Cosa Nuestra”, álbum del cual Seipel también llevó a cabo la dirección creativa con Rauw Alejandro. En “Ni Me Conozco” la paleta de colores juega un rol trascendental para que Seipel pudiese crear una obra de arte mucho más abstracta de lo usual. Cuando Seipel escuchó la canción, se imaginaba un mundo muy frío.
“Me lo imaginaba tan frío al punto de que le propuse a Rauw ir a la nieve. Nunca habíamos filmado en la nieve”, dijo Seipel. “Cuando uno juega con las temperaturas de color, [todo] se fue por un color frío. Yo sentía que esto tenía que ser realmente algo que se sienta y que sea muy nostálgico”.
Esa nostalgia se dio al filmar con película análoga en 16 milímetros. Al igual que con el video de “De Carolina”, no se hizo digital y esto lo hace una de las obras preferidas de Seipel. Para poder filmar en la nieve, manejaron tres horas y media arriba de Manhattan, Nueva York. Fueron a una ciudad llamada Catskill en busca de la frialdad. Buscaron una cabaña con una arquitectura muy moderna que fuera negra, color que jugó una parte crucial de la paleta que Seipel escogió.
Quería colores muy fuertes que contrastaran, pero que no fueran brillantes ni vívidos. Quería crear un video triste y melancólico con un poco de misterio. Para generar todas esas sensaciones, escogieron rojo, negro y blanco.
El negro está en la pintura externa de la casa, el Ferrari SF90 en el que sale Rauw Alejandro, el caballo frisón negro que monta el puertorriqueño, algunos de los vestuarios y el vejigante. El rojo aparece para retratar una sensación más fuerte.
“El rojo, un poco, sentía que se relacionaba a la pasión. Hablábamos de una habitación y la habitación la hicimos todo en rojo. Rauw se vestía de rojo”, dijo Seipel.
Luego, el rojo estaba acompañado de blancos que representan las situaciones en donde Rauw Alejandro está solo y alejado en una casa. Momentos donde está más distante. Son colores con los que Seipel no había trabajado mucho, pero que quería explorar y experimentar a la hora de crear este video musical tan abstracto.
Es una obra de arte sumamente abstracta donde los detalles mandan. Donde hay un vejigante – un personaje folclórico de los festivales y carnavales puertorriqueños – que transmite miedo porque no es colorido y está montado en zancos. Es una figura tradicional a la que Rauw Alejandro le dio un toque diferente en su video.
“Al final del video, el vejigante lo encierra a Rauw. En realidad, el video corta antes de que lo atrape. Entonces, queda como ese final abierto”, dijo Seipel. “Representa todos los miedos y la ansiedad. Todo lo que generan todos estos distintos sentimientos que quisimos mostrar en este video”.
La figura es parte de la intención de Rauw Alejandro de mostrar su cultura de manera contemporánea y sutil. Tal y como se muestra con el maquillaje de la mujer que aparece en “Ni Me Conozco”. Cuando la audiencia se detiene a verla, puede notar que tiene la cara maquillada de una manera muy particular.
“Rauw quería que ella tenga ciertos rasgos Taínos. Ciertos rasgos también de su país y fue parte del maquillaje. Lo queríamos hacer de una manera que sea un poco sutil”, dijo Seipel.
Es el maquillaje en referencia a los Taínos: el pueblo indígena que habitaba Puerto Rico antes de la llegada de los españoles.
Este tipo de detalles son los que hacen del cine de Seipel un arte multidisciplinar transcendental. Es un arte que conecta profundamente con su audiencia y que busca representar distintas culturas con las que él usualmente no está familiarizado. Son culturas con las que tiene que entablar una conexión más profunda y de las que tiene que investigar para poder entender, pero que al final lo llevan a estar bendecido en conocimiento.
La investigación profunda fue parte de su proceso creativo cuando trabajó con El Zorro para dirigir el video musical de “Carita Linda” de Rauw Alejandro.
“Carita Linda, yo diría que es uno de los videos que más nervioso me ha puesto porque tenía que entender una cultura que lleva muchos años. Que es muy representativa de Puerto Rico”, dijo Seipel. “Tengo que interpretarlo. Tengo que vivirlo. Nos fuimos varios días antes a entender cómo vivía la gente. Cuáles eran los lugares más importantes. Las personas destacadas”.
Duraron tres días haciendo el rodaje en Loíza, Puerto Rico. Fue un momento donde Seipel encontró que lo más lindo es toparse con los momentos más documentales que tiene el video. Tenía la libertad de llevar la cámara para filmar e improvisar, pero también buscar cierto estilismo por medio de los distintos artes que retratan en el video.
El video reúne las máscaras de los vejigantes creadas por Raúl Ayala, la pintura afrocaribeña de Samuel Lind, los distintos vestuarios coloridos, la danza, el género musical de la neo-bomba autóctona de Puerto Rico y la aparición de un caballo de paso fino que baila.
“El caballo de paso fino es un caballo que tiene su historia en Puerto Rico y en la cultura. Lo que nos llevaba a nosotros a visualizarlo es que la bomba tiene esa precisión a la hora de bailarla, que también la tiene el caballo de paso fino”, dijo Seipel. “No hay muchos caballos que bailen o que puedan seguir un ritmo. Nosotros queríamos imponer una actitud y que se vea un poco más desafiante”.
Para Seipel, “Carita Linda” es cien por ciento cultura. Es un video musical que parece una pintura en movimiento. Que cautiva a la audiencia de una manera muy cálida porque representa a Puerto Rico genuinamente sin la necesidad de filmar a Rauw Alejandro con una bandera puertorriqueña de fondo. Es un video muy representativo de la cultura.
“En realidad lo que se buscó era representar a la cultura afrocaribeña y darle visibilidad de que todavía ellos están ahí y son parte de la historia de Puerto Rico”, dijo Seipel. “Es uno de los videos más documentales que hicimos. Fue buscar qué elementos representaban a la identidad afrocaribeña y simplemente salir a filmarlos cómo son”.
Es parte de su cine que es un arte multidisciplinar. Es un arte que crea mundos por medio del color basado en el ritmo de una canción. Es un arte que se disocia de las letras sexuales que caracterizan a la música urbana porque Seipel interpreta los conceptos de los videos musicales por el ritmo que siempre guía la imagen que él quiere retratar y la historia que quiere contar.
“Hay algo lindo del cine que es que uno puede estar escuchando una frase, pero visualmente lo representa de otra manera y no hay necesidad de que una imagen sexual tenga que coincidir con una letra sexual”, dijo Seipel. “Creo que ahí está el trabajo del director de no limitarse a cómo estás comunicando lo que estás diciendo. Probablemente el artista en esa letra sexual, quizás no estaba hablando de una mujer o de un hombre o de quién sea”.
La conceptualización visual del ritmo a base de colores es el cine de Seipel que se retrata de manera multidisciplinar. Es un cine en forma de una pintura en movimiento que conecta de manera profunda con su audiencia. Es el cine que lo define como persona, pero que también es sinónimo de estar viviendo un sueño a través de sus pasiones.
“Para mí es un orgullo poder trabajar en un proyecto donde me sienta identificado y que se trabaje de una manera tan cuidada y con tanto amor. Hay un trabajo de todos los días que la gente no se lo imagina”, dijo Seipel. “Para mí es un sueño. Hay veces que vivo situaciones que digo: ¿qué estoy haciendo acá? ¿Por qué estoy acá? Pero también uno trabaja con amigos, entonces, se vuelve todo mucho más fácil”.
Para aprender más del cine de Martín Seipel como un arte multidisciplinar, pueden seguirlo en Instagram como @martinseipel. Esta historia es parte de nuestra columna El Parlante. Es uno de los múltiples artistas que no está participando directamente con el Centro Cultural de España en Costa Rica, pero quisimos contar su historia de cómo está creando arte y cultura extraordinaria en Iberoamérica.
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