Fecha
5 de junio de 2025
Emilia Yang creció rodeada de arte. Ella viene de una familia de artistas y su madre era pintora, pero también creció dentro de la complejidad de lo que implica ser nicaragüense. Por eso se llama a sí misma centroamericana. Nació en Costa Rica por diferentes olas de exilio en su familia.
“Mi abuelo fue perseguido político en algún momento. Se exilió aquí [en Costa Rica] de Nicaragua y después regresamos a Nicaragua”, dijo Yang. “Ahora estoy viviendo mi segundo exilio con el trabajo que hice en Nicaragua con las víctimas de violencia de Estado”.
Las complejidades del exilio de Nicaragua han forjado quién es como persona y su carrera artística. Por medio de su arte interdisciplinario centrado en la comunidad, habla de sus experiencias vividas. También es activista y docente en la Universidad de Michigan en Estados Unidos, país donde actualmente está viviendo su segundo exilio.
Su carrera la describe como una profesión sui generis que primero empezó en una agencia de comunicación donde estaba encargada de la parte de la comunicación digital sobre arte y cultura en Nicaragua. Siempre estuvo enfocada en utilizar herramientas digitales para hacer plataformas de denuncia, crear archivos y bases de datos desde su activismo.
Además, cuenta con una Maestría en Comunicación de la Universidad Estatal de Pensilvania y un doctorado en Práctica y Artes de Medios Interdisciplinarios de la Universidad del Sur de California. Por medio de su educación superior encontró cómo utilizar los medios digitales para su activismo y las luchas con las que está comprometida.
“Ha sido como hacer audiovisuales. Cosas más interactivas. Cosas más tecnológicas. Cosas en 3D”, dijo Yang. “Todas esas cosas han sido mi acercamiento a estos conocimientos o espacios y poder traerlos a las realidades que tenemos en Centroamérica”.
Con eso en mente, Yang creó “AMA y No Olvida, Museo de la Memoria contra la Impunidad” de Nicaragua. Este es un proyecto de memoria donde ella ejerce como directora. También es parte de la Asociación Madres de Abril (AMA), la cual es una organización que surgió a partir del 2018 en Nicaragua por la violencia del Estado. Quienes forman parte de AMA son familiares de víctimas que se organizaron para demandar justicia.
Inicialmente, Yang era solo voluntaria de AMA, pero a causa del asesinato de su tío Vicente Rappaccioli en el 2018, decidió unirse a la organización. Esa es solo una de las muchas vivencias complicadas por las que Yang ha pasado a través de su vida.
Es una de las vivencias que ha canalizado por medio de su arte que le sirve para crear espacios feministas donde puede compartir conocimiento. Son espacios para acuerparse con quienes participan y donde pueden usar la imaginación para prefigurar un mundo posible.
A finales de abril y durante todo el mes de mayo, Yang tuvo la oportunidad de crear ese tipo de espacios durante su residencia artística en satis.FACTORY: Casa de Arte en colaboración con nuestro Centro y el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC). Allí hizo el estudio abierto donde presentó “La futura en colectiva es una promesa”.
También aprovechó su estadía para crear piezas para la exposición “Somos mares, ríos, flores, minerales, volcanes, montañas, y compost” con el colectivo Unión de Feministas Engendrando Nuevos Sistemas (UNFES) para el MADC.
Para su muestra en satis.FACTORY, Yang trabajó con Colectiva Volcánicas para reunir mujeres nicaragüenses migrantes y exiliadas en Costa Rica. El proceso consistió en que Yang planteándoles la idea de imaginarse un futuro que no necesariamente es en Nicaragua.
“Sino un futuro feminista centroamericano porque algunas de ellas sienten, que tal vez Nicaragua no es el lugar donde quieren regresar y ya tienen muchos lazos aquí”, dijo Yang. “Entonces, nos imaginamos cómo podría ser el futuro feminista centroamericano y por eso la muestra se llama La futura en colectiva es una promesa”.
Pero para entender más profundamente de dónde viene esta necesidad que Yang tiene de crear estos espacios seguros, hay que entender sus motivaciones. Para ella, su práctica artística consiste en compartir y crear comunidad para trabajar por un bien común. Son espacios también donde sabe que no está sola y que están las unas para las otras.
Son espacios artísticos donde las emociones de todo tipo salen a flote. Yang es una fiel creyente que necesita hacer una introspección profunda para saber que ella está bien para sostener un espacio donde se reúne un grupo. Le gusta empezar las actividades respirando juntas y llevar a cabo un proceso curatorial y creativo cuidadoso y amoroso.
Dichas prácticas la llevan a tener mucha inteligencia y consciencia emocional por los temas y experiencias tan sensibles y complejas que trata en su arte. Es un proceso duro y difícil que requiere lidiar con la memoria por el trauma que conlleva la violencia vivida en Nicaragua.
“Yo siempre digo que no es estrés postraumático porque no hay un post en Nicaragua. Seguimos en el estrés traumático”, dijo Yang mostrando su celular. “Ahorita acaban de meter preso al papá de una amiga. Todo el tiempo estamos recibiendo noticias que nos hacen sentir vulnerables. Noticias que nos hacen sentir que no tenemos derecho”.
Por eso, Yang les dijo a las participantes en los espacios que abrió durante la residencia en satis.FACTORY, que se cuidaran. Que se tomaran el tiempo que quisieran y necesitaran. Que si podían ir a la actividad, que fueran, pero si no, no. Lo dejó muy abierto para que todas se sintieran bien y se cuidaran emocionalmente entre ellas.
En esa consciencia que Yang genera para otras mujeres, tratan temáticas como el feminismo, la inmigración y el exilio. Ahí han surgido distintas emociones en el proceso. El duelo, la alegría, la rabia, el enojo, la levedad y la libertad.
Para la manta que crearon que dice “el reencuentro es nuestro juntas otra vez!”, se imaginaron una marcha donde se encuentran todas las amigas juntas. Las participantes trajeron fotos de archivo de sus activismos en marcha e hicieron un transfer a la imagen a la tela.
“Después nos juntamos a pensar: ok, ¿qué quieren que sea la consigna de la manta? Entonces, y teníamos mucho alrededor de la ternura”, dijo Yang. “Alrededor del reencuentro, pero dijimos: ¿cómo podemos hacer que sea de nosotras? Que cada quien le dé forma. Que sea abierto. Entonces dijimos: el reencuentro es nuestro, juntas otra vez”.
Todo giró en torno a la juntada donde también dibujaron un portal en la manta y se escribieron los nombres de todas las víctimas de Nicaragua. También incluyeron en las fotos un retrato de una compañera feminista que ya no está. El concepto de honrar a estas personas en la manta también lo llevaron al altar colectivo que crearon.
Un altar que Yang dijo que sirve para tener presentes a las personas que ya no están y a las personas que hicieron el camino por ellas. Personas que las acompañan de manera espiritual. Es este pequeño espacio para rendir homenaje a sus seres queridos mientras iluminaban el altar literalmente y figurativamente.
Yang honra esta idea de ponerle luz a la memoria. Especialmente cuando son memorias de violencia.
“Es el Estado que está tratando de borrarlos. Para las personas es más fácil a veces seguir adelante y no recordar eso. Para mí es importante rescatarlo y tenerlo siempre presente porque es como el norte que guía”, dijo Yang.
Es el norte que acompaña su teoría y concepción de cómo funcionan el mundo y el tiempo. Yang dijo que el pasado y el futuro están constantemente afectando el presente. El pasado y el futuro viven en el presente. Este concepto fue inspirado en las cosmologías indígenas que explican que “vas hacia adelante viendo hacia atrás”.
Yang va hacia adelante viendo hacia atrás por medio de su arte. Se confronta siempre con el duelo y las muchas capas que este tiene. Sabe que cuando pierde a un ser querido, sigue viviendo, pero reconoce que la vida cambia. También sabe que en ese cambio hay que recordar con alegría.
“La gente a veces piensa duelo y solo piensa como que el dolor, pero no. También tiene momentos muy alegres. Es como esa contradicción entre dolor y alegría. Siento que estoy ahí”, dijo Yang. “He aprendido también a trabajar desde la rabia y el enojo. Darle como también su canal. Su salida. Obviamente en el feminismo es súper claro. Las personas tenemos mucho por qué estar enojadas. Las mujeres. Por cómo nos han tratado históricamente y en el presente”.
En su arte feminista se encuentran todas estas distintas emociones. Es su lugar sagrado de la expresión que le ha servido para sanar y que es parte de su terapia. No la terapia completa, pero una pequeña fracción. Le ha ayudado a encontrar otras personas que han pasado por su misma situación. Que pueden estar juntas creando y aprendiendo. Personas que también le han dado herramientas importantes para sobrellevar las diferentes experiencias fuertes.
El arte con el propósito de crear grupos para acuerparse como mujeres feministas exiliadas e inmigrantes de Nicaragua la ha marcado profundamente.
“También es recuperar las ganas de vivir. Recuperar las ganas de hacer. Recuperar las ganas de crear. Entonces, para mí, eso ha sido bastante sanador. Crear espacios donde tengo más ganas de hacer cosas. Donde yo puedo inspirar a otras y otras me inspiren a mí”, dijo Yang. “Obviamente, hay que hacer todo el trabajo importante de trabajarse porque esto que te digo, el estrés postraumático tiene efectos fuertes en la salud. Tenés que hacer todo, creo, que con un enfoque holístico”.
El enfoque holístico está claro en todas sus piezas que estuvieron en la muestra en satis.FACTORY. El cometa busca retratar la levedad del ser y el aire. La conexión que trata de crear un portal hacia el futuro centroamericano lleno de esperanza que imaginó con las demás participantes.
Esa visión de un mejor futuro está retratada puntualmente en el fanzine que crearon de cómo imaginan a Centroamérica en el 2035. Esa reflexión colectiva la dividieron en dos partes: qué reconocen y qué celebran. Yang dijo que el reconocimiento es tal vez la parte más dolorosa, pero que el celebrar es la parte de más alegría.
Estas conexiones que Yang logró crear en la muestra vienen del feminismo tan intrínseco que lleva en su ser. Un feminismo que describió como una postura política, unos lentes para ver el mundo y una experiencia de lucha.
“Yo digo que en Nicaragua el feminismo fue la única cosa que le pudo plantar la cara a Daniel Ortega y la única que estaba tan organizada y con redes para lograr que, no todas, pero que las defensoras estén a salvo”, dijo Yang. “Para mí el feminismo, después de haber vivido en una dictadura, pienso que es como de las pocas cosas que me han dado esperanza y de las pocas cosas que me han dado un horizonte ético donde yo quiero vivir”.
Es una forma de vida donde se acuerpa y apoya con las demás mujeres que se topa en el camino. Es eso que juega un rol súper importante en su arte feminista con el que quiere construir el futuro. El lugar donde sabe que hay un acervo de esperanza a pesar de las dificultades que el exilio de Nicaragua le ha presentado.
Todo esto es parte de su arte feminista que retrata la inmigración y el exilio. Un arte que actualmente está en exhibición en el MADC y que lleva a la audiencia a reflexionar sobre el presente desde una pasado complejo lleno de dolor por las experiencias vividas de Yang. Un arte donde el dolor se transforma en esperanza por la búsqueda e imaginación de un futuro centroamericano donde todas las personas puedan estar a salvo en un mundo mejor.
Es un arte que también pudo crear en su residencia en Costa Rica de la cual se siente muy agradecida con nuestro Centro, satis.FACTORY, el MADC, las personas costarricenses y los medios de comunicación por el apoyo que le brindaron durante su estadía. Es un arte feminista que la hace sentir muchas cosas al mismo tiempo.
“Me hace sentir orgullosa de mi propia resiliencia y de la resiliencia de las otras personas con las que colaboro. Me hace sentir agradecida de las personas que quieren colaborar conmigo que les interesa mi trabajo”, dijo Yang. “Obviamente yo podría estar pegando cuatro gritos en cualquier lado, pero es diferente tener personas que te apoyan y que te dan los espacios. Me hace sentir emociones encontradas”.
Si quieren aprender más sobre el arte feminista de Emilia Yang, pueden seguirla en Instagram como @rojapordentro o visitar la exposición “Somos mares, ríos, flores, minerales, volcanes, montañas, y compost” en el MADC. Yang estuvo en Costa Rica en una residencia en satis.FACTORY: Casa de Artes en colaboración con nuestro Centro y el MADC. También dio un conversatorio sobre arte, archivos y comunidad ante el autoritarismo en Nicaragua y Centroamérica en nuestro Centro en el mes de mayo.
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