Fecha
10 de abril de 2025
Desde que Karla Herencia tiene memoria, el arte ha estado presente en su vida de distintas maneras. Siempre ha sido una constante. Recuerda que en su infancia era ese espacio para compartir con sus padres, que no son artistas, pero tenían muchas curiosidades y un gusto por el arte. A su mamá le gusta dibujar y a su papá le gustaba la pintura.
Para la artista peruana-costarricense, el arte siempre ha sido ese espacio de creación donde compartía momentos muy lindos de manera habitual con sus padres. Era su cotidianidad de los fines de semana.
“Con mi papá siempre pintaba muchas acuarelas los fines de semana. Era nuestro espacio de conexión. Puedo decir que era como que una conexión”, dijo Herencia. “Creo que se volvió, en ese sentido, en un lugar donde puedo regresar. Un hogar”.
Siempre fue su espacio seguro y en su adolescencia cuando estaba en el colegio llevaba clases de teatro, dibujo y pintura. Luego, llegó el momento de decidir qué carrera estudiar. Herencia cursó su primer año en artes escénicas en la Universidad Nacional de Costa Rica y después se cambió a la carrera de arte y comunicación visual.
Con el paso de los años ha combinado de manera intuitiva las artes escénicas con el arte y la comunicación visual al pensar la parte performativa de todo lo que hace. Siempre está ahí de manera natural, al igual que su constante exploración de la naturaleza y cuestionarse su formación académica.
La naturaleza ha estado presente desde su infancia cuando vivió con sus padres en la provincia de Limón. Tiene un recuerdo muy especial de esa vida y actualmente vive también en la playa en la península de Nicoya. Por otro lado, sus cuestionamientos de la formación académica vienen de una reconexión profunda con sus raíces al tener una mezcla multicultural. Su padre era costarricense y su madre es peruana.
Sus raíces peruanas le han despertado un interés voraz en entender a sus ancestros y aprender de las culturas precolombinas y originarias de Ica, de dónde es su familia.
“No que tenga todas las respuestas ahorita, si no que tengo muchas curiosidades de esa historia antepasada de la que no tuve formación”, dijo Herencia. “Uno va teniendo como fragmentos de la vida. Yo creo que eso se refleja mucho en mi práctica artística que está como llena de los fragmentos que yo creo que uno va recogiendo durante la vida”.
Esos fragmentos que Herencia ha ido recogiendo están presentes en su juego con su arte colorido porque para ella el arte es esta interfaz que le permite jugar constantemente. Es un espacio de comunicación, exploración, curiosidad y preguntas que son el reflejo de sus experiencias de vida. Es esta conexión muy fuerte con los objetos y en entenderse como cuerpo de agua.
Para Herencia, este cuerpo de agua fluye cuándo ve al arte como su espacio de observación que se convierte en una exploración muy sensorial. Esto está muy presente en sus obras “Ruleta rusa”, “¿Qué son esas manchas que flotan?” y “Marea 1 y 2” de la serie “El día en que me convertí en mar”. Todas estas piezas participan en nuestra exposición “Sumersión: Diálogos artísticos sobre lo acuático y lo humano”.
“Ruleta rusa” seduce al espectador con sus colores vívidos y brillantes. Es una sumersión en un cuerpo de agua lleno de luz que crea una interacción con muchos contrastes. Sus colores y juguetes generan una sensación evocadora de una imagen de la película de Disney “Toy Story”. Muestra cierta felicidad y alegría, pero una vez que se entiende el mensaje, genera muchas preguntas. Es una obra donde el juego literal, por sus juguetes, se fusiona con lo político a través de colores sumamente llamativos.
“Esta obra nace del impulso de representar objetos y paisajes que revelan la violencia del consumo y la producción y cómo se insertan en lo cotidiano. Elementos sigilosamente violentos que construyen paisajes y realidades”, dijo Herencia. “Jugar a la ruleta rusa es invocar el riesgo. Que un disparo – metáfora o literal – detone lo que ya estaba en tensión. Son ideas que conectan los conflictos bélicos con las demandas sociales y de género y con la producción”.
El juego de la ruleta rusa, pero en distinta forma, continúa en “¿Qué son esas manchas que flotan?”. Aquí la audiencia se pierde en el mar celeste pastel mientras ve manchas u objetos flotando por todos lados. Es un juego divertido porque se ve un dinosaurio merodeando por ahí. Al principio parece ser incomprensible entender qué puede estar haciendo la silueta de un dinosaurio verde en el mar, pero para Herencia tiene todo el sentido del mundo.
Es la representación pictórica de un molde de dinosaurio para jugar en la arena que se encontró en una de sus caminatas en la playa.
“Ese sí ha sido un proyecto más grande que todavía sigo trabajando y tengo muchas cosas que explorar. Ideas que quiero poner en práctica”, dijo Herencia. “Sigue esta otra línea y ese viene de venir, de caminar, de pensar caminando y sí es esta otra línea preguntando sobre los plásticos. Sobre el impacto que esto tiene”.
El recorrido por el agua del mar continúa en sus pinturas “Marea 1 y 2” de la serie “El día en que me convertí en mar”. Aquí Herencia sigue jugando con su arte colorido, pero de manera mucho más profunda a nivel emocional que en las obras anteriores. En este caso, la sumersión es sinónimo de adentrarse en las profundidades de algo. La sumersión de la curiosidad, la investigación, las preguntas, el proceso y las emociones.
Estas pinturas son el ejemplo de la sumersión reflexiva. Son las primeras pinturas que hizo cuando se fue a vivir a la playa durante la adultez. Vienen de un lugar de mucha vulnerabilidad para Herencia. De entender situaciones donde personas muy importantes – como su papá – que han partido de su vida.
“Es estar como en momento muy vulnerable y sentirse uno como: no sé, solo o sin fuerza o no con tanta energía. Eso es el contacto con la conexión profunda con lo que uno también es, que es ese océano”, dijo Herencia. “Te devuelve ese sentido de conexión, de inmensidad y fortaleza”.
Ese sentido de conexión, inmensidad y fortaleza siempre están presentes en el juego de su arte colorido. Es la sumersión que la lleva a sumergirse profundamente en su relación con la naturaleza, el agua y ser mujer.
Para Herencia la naturaleza y el agua es como hablar de las estrellas y el sol.
“Somos nosotros. Soy yo. Lo que pasa es que vivimos en una narrativa, que no es que esté mal. Es parte de entendernos y de nuestra existencia humana, pero vivimos en una narrativa sobre la individualidad”, dijo Herencia. “Pero hay que recordar también que yo soy el agua. Yo soy esa agua”.
Ella es naturaleza y agua. Lo representa en su arte por medio del color, las texturas y la conexión a la inmensidad del mar en su experiencia de vida actual. Ella no existe sin la naturaleza y el agua. Es parte de su cuerpo de agua, pero también es una parte elemental de ser mujer. Algo que muchas veces no tiene claro.
Algo que cree que es una construcción que aprendió. Una performatividad. No tiene una definición cerrada de ser mujer, pero sí sabe que su red de amistades con mujeres es lo que mejor ejemplifica el significado de ser mujer. En su arte colorido explora profundamente esta inquietud en su vida.
Para ella, ser mujer es una historia compartida entre cuerpos que por mucho tiempo han sido territorios de lucha. Aparte de las dificultades que esto implica, lo ve como una conexión con el agua. Esa sensación de estar navegando entre lo que se espera de ella, lo que ella es y lo que no encaja.
Eso lo presenta claramente en su arte, que es la interfaz para jugar con colores vívidos y brillantes. Un arte que cautiva a la audiencia al mostrarles los contrastes de la vida, la naturaleza, el agua y ser mujer.
“Para mí, el agua en mi trabajo artístico tiene que ver directamente con las historias y la experiencia de la naturaleza. Naturaleza que también somos, aunque se nos olvide. Somos cuerpos de agua y cuerpos fragmentados por las demandas industriales, bélicas, patriarcales y capitalistas”, dijo Herencia. “Me interesa abrir ese diálogo sobre otras formas de habitar la vida que no sean las hegemónicas. Cómo volvemos a conectar con la naturaleza y con la sabiduría del océano”.
Karla Herencia es una de las cinco artistas costarricenses participando en nuestra exhibición “Sumersión: Diálogos artísticos sobre lo acuático y lo humano”, que explora las múltiples dimensiones del agua como recurso y territorio en disputa desde una mirada feminista.