Fecha
30 de abril de 2025
Cuando Laura Cruz tenía 19 años tuvo una lesión y su sanación para seguir bailando era nadar. Un amigo le dio esa recomendación y ese fue el momento en donde descubrió el poder terapéutico del agua que luego se convertiría en una búsqueda artística personal y profesional.
Además, la artista multidisciplinar costarricense siempre tuvo el arte presente a sus alrededores. Su abuela paterna siempre pintaba. Su papá hacía murales en su casa. Su prima Paula estudió arte y comunicación visual y Cruz le ayudaba a hacer varios trabajos. El arte estaba ahí siempre presente, pero cuando llegó a la universidad no sabía qué carrera estudiar porque en el colegio le gustaban todas las materias.
Inicialmente empezó a estudiar inglés, carrera que llevó por tres años para después pasarse a artes dramáticas. Vio una obra de teatro que le hizo entender que eso era lo que quería hacer y fue la razón por la cual estudió en el programa de Danza Abierta de la Universidad de Costa Rica.
De cierto modo, Cruz piensa que el arte la salvó.
“Me ayudó a traducir muchas frustraciones en creación. Creo que es algo necesario en la humanidad. A tener esas otras perspectivas de la vida”, dijo Cruz.
En el arte encontró distintas interpretaciones de la vida, el subconsciente y las relaciones. Encontró esa profundidad en esos campos asociativos que se terminan traduciendo en formas de ser, estar, sobrevivir y resolver.
Cuando estudiaba danza en Costa Rica, ponía en práctica lo que aprendía para hacer sus eco-performances en el agua. Encontraba la posibilidad de utilizar el cuerpo como una herramienta de movimiento estilizado para buscar experiencias sensoriales en las profundidades del agua.
Esa búsqueda constante luego la llevó a estudiar en la Escuela Nacional de Arte Escénico en Copenhague, Dinamarca. Ahí seguía con sus exploraciones sub acuáticas. Empezó documentando todo, poco a poco, con cámaras para luego editar los videos con la música experimental de distintos artistas sonoros con los que colabora constantemente.
Lentamente se fue sumergiendo cada vez más – de manera literal y figurativa – en su arte. Cada vez lo llevaba más lejos y exploraba aguas diversas. Desde lagos y cenotes hasta ríos, océanos y aguas termales.
“De ahí surgió la idea de ver cómo se podía documentar eso que pasaba. Si hay algo que pasaba mucho en el agua, es que uno se disuelve. Se disuelve la humanidad”, dijo Cruz. “Algo pasa a nivel mental también, que se olvida la necesidad de ser visto de alguna forma. A la vez cuando abría los ojos en el agua, podía ver imágenes que eran demasiado interesantes y hermosas”.
Esa fascinación por sorprenderse con la naturaleza y el agua le generó a Cruz un proceso único donde lo que más importa es estar en el presente. Donde el eco-performance se trata de hacerlo para el lugar donde esté danzando de manera sub acuática y es realmente de vivir en el momento.
En ese presente que queda documentado en una cámara, simplemente quiere que cuando la audiencia vea su obra, entiendan que el origen de la vida está en el océano. Somos agua y hasta cierto punto, ella dice que también somos mamíferos acuáticos, pero eso se olvida con el tiempo.
Por eso siempre está en esa constante búsqueda personal donde quiere encontrar formas de intimidad y de diálogo con otras especies y entornos. Para ella es un trabajo que parte de la escucha profunda. Un trabajo que se trata de interpretar lo que pudo escuchar y observar. Se trata de vaciarse e interpretar el silencio mental de la parte humana porque para ella el silencio realmente no existe.
“El silencio no es silencio. Es el silencio mental. De hecho, cuando hay pensamientos, ya tenés ganas de respirar”, dijo Cruz.
El silencio que no es silencio, la lleva a una sumersión profunda en su arte del eco-performance. Por eso es que está participando en nuestra exposición “Sumersión: Diálogos artísticos sobre lo acuático y lo humano” con sus cuatro obras “Flux”, “Pecera”, “Serie 5” y “The Gravity of Water”.
En cada una de estas obras, Cruz viajó a distintos países alrededor del mundo para hacer sus eco-performances sub acuáticas. Todas estas obras se tratan de esa sumersión tan profunda que caracteriza su arte.
“Sumergirse en otro mundo. En el respeto. En la escucha. De hecho, me gusta mucho el subtítulo “diálogos artísticos entre lo acuático y lo humano”. Eso podría describir mis obras también. Son esos diálogos artísticos entre lo acuático y lo humano”, dijo Cruz.
La obra “Flux” es la más vieja de todas. Esa la grabó en el 2016 en las Islas Azores en Portugal. Fue una de las primeras sesiones de free diving – o buceo libre – que había hecho. Fue el momento donde empezó a buscar cómo hacer ese tipo de trabajo donde se encuentra a diez metros de profundidad bajo el agua.
Fue un proceso bastante espontáneo porque le pidió a un muchacho brasileño con una cámara sub acuática que si la podía grabar mientras ella bajaba. La filmación le funcionó de maravilla. Cuando le pidió el material, logró comunicar su idea principal de que no se entendiera dónde estaba ella.
“Como que se ve flotando, pero parece el cielo, pero parecen las nubes. Es como una cosa que no se sabe bien dónde está”, dijo Cruz.
Además, por estar en el mar, Cruz tiene una faja de plomos que la ayudaban a mantenerse más tiempo abajo y no subir tan rápido. Para muchos de sus eco-performances tiene que tomar en cuenta las diferentes condiciones del agua donde esté haciendo su danza sub acuática. Si es agua dulce o salada. Si es agua con un movimiento más dinámico o un agua más tranquila. Si es agua con temperaturas frías o calientes. Si son aguas claras u oscuras por sedimentos y materia orgánica.
Todos esos elementos definen mucho cómo se presenta la obra al final, aunque esa no sea la motivación principal de Cruz para crear su arte. La claridad del agua juega un rol importante en su obra “Pecera”. Esa fue filmada en el Cenote Azul y la Laguna Bacalar en México. Ahí nuevamente Cruz dejó que la espontaneidad la llevara a crear.
La claridad del agua del cenote era impresionante para ella. Quería comunicar esta intención de ser como un pez beta y lo logró de cierta forma con la tela azul que está usando en su eco-performance. Cuando bajó, nuevamente le pidió a una persona que la grabara porque iba a hacer algo. Se dejó ir en el momento.
En esa obra, cuando estaba en uno de los canales en la Laguna Bacalar, estaba en un kayak, se quedó ahí por un momento y decidió que quería hacer algo en ese lugar.
Después de filmar, en el proceso de edición empezó a imaginar todo retratado en una pecera llena de agua. La obra empezó como un video, pero se fue transformando. Quería proyectar a través del agua. Hizo varias pruebas hasta que decidió hacer una pecera de vidrio donde se puede ver el video de manera cúbica y tiene muchas formas de ser vista.
“También es interesante cuando uno encuentra una pecera en una casa. Lo que sea. Se agacha. Observa por aquí. Observa por allá. Como esas formas de observar no tan frontales”, dijo Cruz.
Logró crear una distorsión para quien observa por el agua, el vidrio y cómo se proyecta la luz que termina rebotando. Creó distorsiones por medio de refracciones que generan una experiencia inmersiva para quien observa.
La experiencia profunda siempre es parte de su arte al estimular distintos sentidos. Esto está presente en su obra “Serie 5” donde la audiencia se queda inmersa en la belleza natural de las fotos mientras escucha el audio, que para Cruz trata de la preparación para el agua. La inhalación, la exhalación y sostener la respiración.
Estas fotos fueron tomadas en una caverna sub acuática en Cartagena, España. Su propósito era documentar la búsqueda de diferentes paisajes sub acuáticos. Es un trabajo en colaboración con el fotógrafo Michael De Kooter, quien es de los Países Bajos.
Para poder tomar esas fotos, hubo mucho trabajo de scouting para encontrar la luz perfecta.
“Hay un hueco en una caverna y entra ahí. Es la entrada y todo. Esas fotos fueron a esa hora, más o menos, a las dos de la tarde. Por ahí. Que la luz entra más directa y provoca juegos de color”, dijo Cruz. “Que no se ven todos los días. Ahí hay turquesas que no se ven a todas las horas”.
Cruz mencionó que el juego con la luz, los colores y el estar en una cueva puede generar cierto temor para otras personas. En el momento que se hizo el performance, ella ni siquiera estaba viendo el entorno a su alrededor porque no siempre abre los ojos cuando está en el agua.
Esa incertidumbre con el mar siempre está presente para Cruz. Es lo que le permite sorprenderse cada vez que se mete al mar. Es dejar que el eco-performance exista en función del presente, el momento y no para la cámara. Esa sensación está perfectamente retratada en su obra “The Gravity of Water”, la cual es una experiencia inmersiva completamente relajante.
Está creada para que quien la observa se acueste en el piso y vea la proyección del video en el cielorraso en un cuarto oscuro. Es una obra que fue filmada en mar abierto en México. En esta ocasión, Cruz estuvo con un grupo de personas nadando tranquilamente en el agua clara. Para poder filmar ese momento, el grupo estuvo trabajando tres semanas seguidas para ir a hacer el performance a la hora indicada y jugar con la gravedad en el mar.
“Es que a veces la gente dice: es que en el agua no hay gravedad. Sí hay. Siempre hay, pero queda en evidencia que esa gravedad se afecta porque somos agua”, dijo Cruz. “Porque somos mucha agua en el cuerpo. Entonces, la densidad del cuerpo y del agua, como que entran en una pugna de a quién empujo hacia arriba o hacia abajo”.
Ese juego con la gravedad es parte de la experiencia que Cruz quería generar a la hora de que se disfrutara de la obra. Era esa idea de dejarse entregar a la obra por la gravedad del piso terrestre y observarla acostada, pero con la sensación de la gravedad del agua.
Todo esto es parte de sus deseos de que las personas que ven las obras sientan un abrazo, la relajación y que son parte de la naturaleza y el agua. Es sumergirse en su mundo de los eco-performances profundos e inconscientemente estar en los paisajes internos de la infancia de Cruz al ser de Costa Rica.
“Yo siempre digo que el trópico al ser humano le hace bien porque nos enseña a ser humildes y a entender que un pinche mosquito te puede matar. O sea, como que ya no somos tan indestructibles ya”, dijo Cruz. “Yo de verdad pienso que el trópico nos da esa enseñanza. De verdad. Como a ser humildes y no creer que no estamos en la cadena alimenticia”.
La humildad ante la naturaleza es parte de la experiencia inmersiva que Cruz crea con su videoarte. Es la combinación perfecta de su amor por el agua, sus destrezas impecables en la danza sub acuática, estar presente en el momento y su larga trayectoria como guía turística. Es un despertar de los sentidos que nos reconecta con la naturaleza y el agua de una manera más íntima, relajante y humana.
Es sinónimo de Cruz haciendo realidad sus sueños con el pasar del tiempo.
“Yo siento que he ido cumpliendo sueños. Es muy bonito. El camino del agua, de alguna forma, también está todo el tiempo probándote en todas las situaciones cotidianas”, dijo Cruz. “¿Cómo puedo llevar esas enseñanzas a mi realidad que es: no soy un pez? Me creo un pez, pero no soy. ¿Cómo puedo llevar todo eso a la cotidianidad? Eso no es fácil tampoco”.
Laura Cruz es una de las cinco artistas costarricenses participando en nuestra exhibición “Sumersión: Diálogos artísticos sobre lo acuático y lo humano”, que explora las múltiples dimensiones del agua como recurso y territorio en disputa desde una mirada feminista.