Fecha
18 de septiembre de 2025
Quique Lee siempre estuvo metido en el arte de una u otra manera. Llevaba algún curso de dibujo o estaba creando con sus propias manos para expresarse. El artista visual guatemalteco siempre estuvo en busca de ese camino artístico, pero tuvo ciertas dificultades encontrándolo.
“Guatemala también vivió este proceso de guerra interna y eso también limitó mucho la expresión artística en general. Yo soy de esta generación que sale después de la firma de la paz, que fue a finales de los años noventa”, dijo Lee. “Somos varios artistas que empezamos ahí. Que nos empezamos a conocer y empezamos a gestionar nuestros espacios y hacer cosas”.
En esos tiempos, Lee entró a “hacer una cosa más formal” y tuvo un encuentro con el arte contemporáneo en tiempos donde no había Internet y no se sabía qué era este tipo de arte. Se involucró en distintas ramas artísticas explorando el perfomance y la escritura. Hacía proyectos creativos al lado de su trabajo en mercadeo. Siempre estaba constantemente creando para satisfacer esa necesidad expresiva en su interior.
Le encargaron hacer unos trajes para unas promociones y ahí se dio cuenta que podía generar buena plata de los textiles y el bordado. Que tal vez ahí era dónde tenía que buscar el arte. Comenzó a pensar que tenía que aprender sobre el bordado porque no sabía nada de ello.
“Sí. Mi mamá cosía. Como una mamá latinoamericana. Tejía y eso. Tal vez había tenido algún encuentro con eso, pero yo ahí me tiré al agua y agarré la máquina de ella y cosí”, dijo Lee, entusiasmado.
En ese entonces, decidió incursionar en el diseño de interiores porque quería estudiar patronaje. Necesitaba hacer formas y entender la cuestión de estructura, pero estudiar diseño de modas le salía más económico y el horario le calzaba mejor con el tiempo que tenía disponible. Fue en la institución educativa Llatzer donde tuvo un gran acercamiento con el diseño de modas y el textil y estudió la carrera.
Ahí fue el lugar donde empezó haciendo su línea de accesorios, pero continuó en la búsqueda de su expresión creativa y por eso, regresó a las artes plásticas en el 2011. Sí quería algún tipo de arte visual, pero se dio cuenta que lo lógico era hacer bordado por tener experiencia con el textil.
También sabía dibujar y tenía conocimiento en las artes plásticas. Estudió también dibujo con el maestro guatemalteco Dan Schafer y ahí empezó a dibujar con el bordado.
“Ahí ya seguí con el bordado y siento que el textil es algo con lo que convivimos siempre. Es una analogía de la vida. Me encanta seguir aprendiendo de todas las técnicas que hay con el textil”, dijo Lee. “En lo que yo me he focalizado es el bordado porque fue por lo que a mí se me conoció cuando empecé y todavía me siguen asociando al mundo del bordado”.
Se le conoció por el bordado, pero esta técnica va más allá de solo un hilo y una aguja para Lee. Se trata de la sanación. Lo ve como un proceso repetitivo que es muy reflexivo. Lee dijo que requiere de estar poniendo atención en el momento, pero a media oración soltó las risas y se contradijo. Porque perfectamente puede estar viendo la televisión mientras borda.
Pero el punto es que, para él, el bordado siempre es esa fuente de conexión y reflexión profunda con las demás personas. Cuando empezó su proyecto de sanación en el que se cuestionaba dónde estaba él en su vida, se dio cuenta que los grupos de bordado funcionaban para juntar a las personas.
“Están los grupos de señoras que se juntaban siempre a tejer y ahí se podía tener la comunicación. Eran los periódicos del pueblo. Ahí se enteraban de chismes y se ayudaban y eso”, dijo Lee. “Entonces, creo que es una manera de hacer la comunidad. De tejer la comunidad. Por eso me gusta mucho el bordado”.
Lee recordó que de los primeros proyectos que hizo era un bordado muy grande de seis metros por dos metros. Era para una bienal y necesitaba ayuda de otras personas para poder hacer la obra. La temática de la pieza era sobre la guerra en Guatemala e invitó a varios amigos a participar.
Cuando sus amigos llegaron, Lee les preguntaba cuál era su historia de la guerra. Ahí se dio cuenta que todos tenían distintas anécdotas de ese evento y también notó que la sanación del bordado estaba haciendo efecto. Se dio cuenta que, al hablar y discutir del tema, sus amigos se sentían mejor porque nunca tuvieron un espacio para hablarlo.
“También, en ese momento, yo con mi mamá, estábamos bordando al mismo tiempo y ella me pidió disculpas por algunas cosas. Que yo no tenía ni idea de que ella había pensado de que a mí me había afectado en mi vida y yo con mi familia en sí, somos como muy fríos”, dijo Lee. “Entonces, este acto de bordar como que a uno lo acerca, lo mira a uno y como que todas estas actividades que hago, hacen que la gente se abra”.
Descubrir esto fue lentamente preparándolo en el futuro para crear sus talleres de bordado llamados “Círculos de bordado para hombres”. En el 2020 llegó la pandemia y con ella, Lee estaba pasando por procesos de depresión. También estaba cuestionándose lo que estaba pasando y cómo estaba ejecutando sus funciones en la vida.
Al igual que muchas otras personas en ese momento, Lee perdió un ingreso importante de dinero y eso lo llevó a esos procesos de depresión muy grandes que mencionó, pero los resolvió de varias maneras.
Platicaba o conversaba con sus amigos. Se dio cuenta que entre hombres nunca hablan profundamente ni de lo que sienten. Se dio cuenta que otro amigo estaba pasando exactamente por lo mismo que Lee.
“Y entonces, yo le decía: es que yo estoy tomando pastillas. Yo también tomo pastillas. Nos veíamos todas las semanas y nunca hemos hablado de nada de esto”, dijo Lee. “Me quedó la curiosidad y ahí empecé a investigar el tema. Para el 2023 tenía una exposición. Yo quería tratar el tema de la masculinidad y lo que había pasado. Toda esta discusión del 2020. Me di cuenta que no lo podía hacer solo porque yo mismo estaba diciendo: es algo que lo debemos hablar en grupo”.
Así fue cómo nacieron los primeros “Círculos de bordado para hombres”. La idea de Lee es crear un espacio de reflexión donde los hombres puedan hablar y abrir el espacio. Además de la parte emocional, Lee también quería hacer una instalación llamada “Autorretrato” que acompañara a los círculos.
La instalación junta todas las piezas de bordado que salen de los talleres. Los círculos se enfocan en utilizar el bordado como una herramienta para crear una discusión acerca de la experiencia de las distintas masculinidades que están experimentando como hombres.
Lee trajo los “Círculos de bordado para hombres” el pasado sábado 23, miércoles 27 y jueves 28 de agosto a Costa Rica. Los talleres se dieron en distintos lugares como la galería Cero Uno, nuestro Centro y la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica.
La dinámica de los círculos siempre consiste en romper el hielo, que cada uno se presente y luego empiezan a bordar. Cada uno escoge un pañuelo con una frase inscrita y lo intervienen como ellos quieran. Mientras tanto, Lee les enseña cómo enhebrar una aguja, cómo utilizar el bastidor y cómo seleccionar y cortar los hilos.
Mientras sus estudiantes bordan las obras, Lee les va respondiendo dudas y les ayuda a avanzar con las piezas. La dinámica no se queda en solo bordar, sino que Lee los invita a hablar sobre las frases escritas en los pañuelos.
“Siempre espero que sea una plática interesante. Me gusta conocer las diferencias de cada uno de los grupos. Me gusta también platicar con las personas que están”, dijo Lee. “Me gusta también que haya como estas cosas que suceden después de que ya no estoy yo. Como colaboraciones interinstitucionales”.
En esos intercambios de bordado y masculinidades, suelen surgir emociones fuertes cuando los asistentes cuentan sus historias. Se dan esos espacios emocionales porque Lee crea un círculo de bordado donde no se juzgan a los demás. Los hombres se abren con sus historias, pero también se dan esos espacios seguros porque Lee valora mucho las emociones.
Él piensa que son sumamente importantes porque si no las sabe controlar, se puede enfermar y se muestran físicamente en su cuerpo. Piensa que no tienen que ser reprimidas. Que para poder identificarlas tiene que poder nombrarlas. Porque si no se nombran e identifican las emociones, no se pueden experimentar de manera saludable. Y si no se experimentan saludablemente, no se puede sanar ni tampoco disfrutarlas.
“Porque hay emociones buenas y hay emociones malas. Y hay emociones malas que se tienen que sentir. Al final la vida no puede ser solo cosas buenas”, dijo Lee.
Además de experimentar las emociones con su arte del bordado masculino, Lee también ha ido reflexionando sobre lo que significa ser hombre para él. Es algo complicado. Cree que todavía se está deconstruyendo. Es una reflexión que sigue teniendo con el pasar del tiempo.
Piensa en la idea que tiene de la masculinidad. Esto va desde lo físico hasta el comportamiento y los mandatos que debe seguir. También está muy seguro de que no hay reglas en lo que significa ser hombre. Puede ser hombre de la manera que quiera, ya sea ser fuerte y no demostrando debilidad hasta ser vulnerable.
“Ahorita nos estamos cuestionando esto de qué es ser hombre, pero creo que en un futuro ya no va a haber un cuestionamiento”, dijo Lee. “Va a ser más como qué es ser humano porque vamos dirigido hacia ahí. Hasta que todo este asunto del género no debería de ser la única base de la identidad. Hay muchas cosas más y no sé. No sé qué es ser hombre”.
En ese cuestionamiento de ser hombre, también se ha notado que las masculinidades en Latinoamérica están muy parecidas. Relató que, al menos en Guatemala, siempre está el miedo de los hombres de que les digan huecos (playos o gay). Mencionó que existe ese miedo constante a que los hombres los llamen así y que también lo ve como algo muy presente en Latinoamérica.
“Todavía hay ciertos mandatos que lo restringen a uno. Yo todavía a la fecha, no lloro en público. Me da mucha pena hacerlo. Sí lo hago porque también abrí la puerta de la llorada y lloro por todo, pero me da pena”, dijo Lee. “No me gusta que me miren y creo que es porque tengo que aceptar que no me gusta que me miren vulnerable. Y eso es una cosa de la masculinidad”.
Los “Círculos de bordado para hombres” le han permitido abrazar, poco a poco, esa vulnerabilidad. Le han enseñado también que en sus talleres aparecen muchos hombres de la comunidad LGBTIQ+ porque quieren hablar de género. También se ha topado con la participación de hombre trans, lo cual le agrega una capa más al concepto de las masculinidades que él trabaja.
Con esta mezcla en sus grupos diversos en los talleres, Lee también ha aprendido mucho de los hombres trans. Siente que hay diferencias y similitudes en cómo entienden las masculinidades.
“Uno aprende mucho acerca de los hombres trans porque uno también tuvo esta educación de cómo ser un hombre desde que nació. En cambio, a un hombre trans, sobre todo en el contexto latinoamericano, que empieza su transición cuando es adulto, es ahí dónde empieza a buscar y lo aprende de una manera totalmente distinta”, dijo Lee. “Es olvidar todo lo que había aprendido de su identidad para pasar a otra y en dónde encuentra esta información”.
Se vuelve una plática muy interesante para él porque refuerza su idea de que hay que hablar de masculinidades y no masculinidad. Para él no existe sola una manera de experimentar o sentir lo que significa ser hombre y eso es lo que hace que su arte del bordado masculino sea trascendental.
Es un arte que no se queda solamente en lo estético y textil, sino que va más allá de la obra. Hace un impacto en las personas que participan en los grupos de los “Círculos de bordado para hombres”. Es un arte que tiene la posibilidad de cambiarle la vida a los demás por medio de un hilo, una aguja y un bastidor.
“Alguien me dice que qué bonito el otro día aquí. Este sábado alguien me preguntó: ¿usted alguna vez se ha puesto a pensar si le ha cambiado la vida a solo una persona?”, dijo Lee. “Entonces, digo yo, con que uno le cambie la vida a una persona, eso me llena a mí mucho. Creo que eso es lo bonito del trabajo comunitario. Eso me hace sentir muy agradecido con la vida de que lo puedo hacer y que la gente se me está abriendo. Tienen apertura para apoyar y estar”.
Para aprender más del bordado masculino de Quique Lee, pueden seguirlo en Instagram como @quiquelee.art. Él participó en agosto en nuestro Centro con su proyecto artístico “Círculos de bordado para hombres”. El taller se dio en el marco del Primer Congreso Internacional e Interdisciplinario: VIDAS (IN)VIVIBLES: MASCULINIDADES EN IBEROAMÉRICA de la Universidad de Costa Rica.
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