El cine documental artístico de Trillo Guardia

Elizabeth Lang

Fecha

21 de agosto de 2025

De peladito – o niño – Félix Guardia, mejor conocido como Trillo, tenía la vista puesta fijamente en un grabado en la casa de su abuela. Le parecía tan feo, que no tenía sentido que estuviese en la colección colorida y refinada de su abuela. La reacción negativa inicial hacia el grabado del reconocido artista panameño Julio Zachrisson se fue convirtiendo lentamente en una obsesión para Guardia.

“Es interesante esas reacciones que son negativas. Creo que eso es lo que todo el mundo debe buscar en toda película o expresión artística. Hacer que la persona realmente conecte con eso”, dijo Guardia. “En mi caso, fue que yo creía que era una obra fea. Que no hacía sentido con todas las obras alrededor que tenía mi abuela, pero a la larga me fui dando cuenta que era una obsesión. Era algo que tenía mucha personalidad”.

El director de cine, artista y músico panameño se quedó con esa obsesión dando vueltas en su mente. Era algo que, por alguna extraña razón, no podía dejar ir. Siempre pensaba que sería increíble ver a los personajes del grabado de Zachrisson moverse. Esa idea primero apareció en su cabeza alrededor del 2005.

Siempre estuvo latente para Guardia. Estaba latente aun cuando no sabía qué iba a hacer a nivel profesional. Guardia dijo que no se veía como abogado ni tampoco era bueno con las matemáticas. La música le salía de manera natural a la hora de tocar el bajo para expresarse, pero sentía que el audiovisual era la herramienta máxima para contar historias. Tenía un poco de conocimiento de la parte del audio, pero de lo visual no tenía mucha idea.

Por eso estudió producción de video y cine en la Universidad de Towson en Baltimore, Maryland y también estudió música en la Fundación Danilo Pérez en Panamá. Empezó a darse cuenta que el cine se alimenta de ambos mundos. Que había cosas de la música que escuchaba que podían ser visuales. Que hay cosas visuales que ve y puede representar o sentir más con la audición.

“Al final del día, siento que este es mi propósito: contar historias. Primero que nada, entretener al público y luego, contar historias. Poco a poco, me he dado cuenta, que al mundo que hay que contarle historias es a nosotros”, dijo Guardia. “No solo a Panamá, sino a la región. A los países centroamericanos. Estar todos conectados porque te das cuenta que hay mucha gente haciendo películas increíbles y están contando historias que nosotros mismos nos vamos a sentir relacionados”.

Esa convicción y propósito tan claro llevó a Guardia a perseguir su curiosidad por contar alguna historia de la obra de Zachrisson. En los diez años que pasaron entre el 2005 y el 2015, su idea inicial de querer ver los personajes de Zachrisson se convirtió en empezar a trabajar.

“Pensé que era una gran idea. Nunca me olvidé de ella”, dijo Guardia.

Soñar con ideas y curiosidades

Porque para él, su cine siempre empieza soñando una idea o una curiosidad. Luego, deja que el tiempo la vaya poniendo prueba. Imaginarse lo que está haciendo. Si eso perdura, quiere decir que puede hacer esfuerzos para comenzar a tantear la posibilidad de hacer realidad ese sueño inicial.

Eso fue lo que hizo con la película “El Brujo: Julio Zachrisson”, documental que dirigió y trabajó con el productor panameño Tomás Cortés – quién nos acompañó en la entrevista – y el resto del equipo. Para ambos, contar la historia de Zachrisson y su obra, es el propósito actual de sus vidas. Algo que salió de sus corazones.

Es la historia con la que Guardia está enviciado actualmente porque ahora están produciendo la película animada “Toro volandero” del arte de Zachrisson. El documental los llevó a participar en junio en el Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC), donde España fue el país invitado. La participación de “El Brujo: Julio Zachrisson” en la edición del festival este año, no es el primer acercamiento de Guardia y su equipo con Costa Rica.

En el 2017 participaron en un programa de desarrollo de proyectos con el CRFIC y el Centro de Cine. En esa ocasión, ganaron un premio como mejor proyecto centroamericano.

“Creo que ese apoyo fue esencial. No solo por el apoyo económico y lo que representó, sino por ser el primer apoyo que nos hizo sentir y creer que realmente teníamos algo valioso entre las manos”, dijo Guardia.

Fue la leña para el fuego en ese entonces y uno de los impulsos para crear el documental. Fue parte de los incentivos económicos que los ayudó a producir la historia. A continuar con las constantes llamadas telefónicas entre Guardia y Zachrisson. Para entender mejor la obra de Zachrisson y darle forma a la narrativa.

Además, ganaron un fondo y eso les permitió visitar a Zachrisson en su casa en España. Inicialmente, iban con la mentalidad de conocerlo en persona y conversar con él para que les contara de su obra. Nunca iban a hablar de manera seria para hacer entrevistas. Siempre fue más en un ambiente casual y que se sintiera como si estuvieran visitando a un amigo en otro país.

Porque conforme fue pasando el tiempo, en las llamadas telefónicas previas a las visitas, se dieron cuenta que habían entablado una amistad con Zachrisson. Se volvió algo más personal. Algo que trasciende el arte. Algo más humano.

El cine de lo real

Pero por cuestiones de la vida – y el arte de lo real que implica un documental – la narrativa fue cambiando y el proyecto tuvo algunos inconvenientes. Llegó el 2020 y con él, la pandemia. El proyecto se estancó.

“Con la realidad de ese momento no había necesidad y no era la prioridad tampoco. Pero Tomás y yo no lo dejamos morir, sino que lo seguimos trabajando con nuestro tiempo durante la pandemia desarrollando nuestra idea y en el 2021 fallece Julio”, dijo Guardia. “Y eso, para nosotros fue, bueno, más que un golpe al proyecto, fue un golpe a nuestros corazones porque perdimos a un amigo”.

Ese acontecimiento los marcó mucho a nivel personal, pero también fue un momento que los hizo darse cuenta que tenían que rescatar el proyecto. Que todo parecía un capricho, pero que tenían en sus manos la gran responsabilidad de honrar a su amigo Julio Zachrisson, su vida y su obra.

“Porque fue un hombre con un propósito claro”, dijo Guardia.

Ahí fue donde empezaron a ver todo el material de las visitas que habían hecho. Al principio, ese material era secundario, pero de la noche a la mañana, se volvió la fuente principal. Lo combinaron con el conocimiento bien avanzado que ya tenían de las temáticas de la obra y la obra en sí. Nunca contemplaron salir en el documental, pero las conversaciones con Zachrisson mostraban una parte más íntima de la amistad que crearon.

A partir de eso, comenzaron a construir la línea narrativa sin un guion de por medio. Todo se basó en las temáticas, los 450 grabados que eventualmente escanearon y las conversaciones de Zachrisson hablando detalladamente sobre su arte.

Por suerte, Zachrisson también guardó todas sus fotos y recortes a través de su vida. Esto les dio un acceso libre a Guardia y su equipo a una gran cantidad de material ilimitado del artista. Esto les ayudó tremendamente para contar su historia como persona integral. Es su historia de crecimiento artístico donde lograron retratar a un personaje sumamente carismático, que a veces opacaba el arte por ser una persona tan divertida.

“Nuestras intenciones realmente eran compartir con él y con su obra. Creo que para una persona que está en sus noventa años, estar rodeado de peladitos de 25 o 27 años, que están interesados en ellos, es una energía que tiene vida”, dijo Guardia. “Creo que ahí había una buena simbiosis”.

Esa buena simbiosis se ve reflejada en la pantalla no solo por la estructura narrativa, sino también por la combinación tan orgánica entre el arte, la música y la parte humana. El arte habla de las inquietudes personales de Zachrisson. De su interés de contar lo que los demás no cuentan y el documental logra introducir a la audiencia a ese universo de Zachrisson al crear animaciones con su arte.

Llevan al público en un viaje por la historia de Panamá y Latinoamérica por medio de los grabados bizarros, irónicos y grotescos de Zachrisson. Hablan de la humanidad con las mitologías panameñas y latinoamericanas que él exploraba con su arte inspirado en las culturas precolombinas provenientes de la conquista de América.

También hablan de la historia un poco más contemporánea de Panamá con la invasión de Estados Unidos de diciembre de 1989 a enero de 1990.

“[Zachrisson] exploró también sucesos y eventos históricos nacionales, que fueron determinantes o traumáticos para la historia del país”, dijo Guardia. “Creo que él estando lejos, lo sintió mucho y desarrolló obras que expresaran ese sentimiento panameño de una forma genuina”.

Además, la travesía de Zachrisson por México se vio reflejada en su aprendizaje sobre la historia cultural de su propio país e despertó el interés que se ve en sus obras inspiradas en la cultura del Caribe y la cultura taína. Esa exploración de Zachrisson permitió que Guardia y su equipo pudiesen hacer un documental que habla de una obra más internacional. Una obra que tiene elementos panameños, centroamericanos y latinoamericanos.

Una obra que permite que una audiencia latinoamericana pueda sentirse representada e identificada. Eso Zachrisson se lo dejó muy claro a Guardia con sus conversaciones.

“Igual que su idea de irse de Panamá cuando se fue. Si tú te vas de tu país, aprendes a apreciarlo más a la distancia, pero hay que irse temprano. No tan viejo. Porque si no, no vas a poder agarrar las cosas que el mundo te va a ofrecer”, dijo Guardia. “Creo que son temáticas que nosotros como latinoamericanos vivimos en el día a día o mucha gente se puede sentir identificada con eso de irte de tu país en busca de un propósito”.

La animación y música que dan vida

Nuevamente, esas conversaciones tan humanas y profundas las retrataron al animar su arte para darle más ritmo, fluidez y estilo a la historia a nivel visual. La animación estuvo a cargo de Filo Animation Studios dirigido por Fernando Toussaint en Panamá. Con la animación enfocada en detalles sutiles, buscaban resaltar la crudeza de la obra de Zachrisson. De representar algo nuevo a partir de la obra que ya había para que el arte y la animación dialoguen entre sí.

Que la animación no opaque al arte en sí, sino que se convirtiera en un viaje por el universo del artista. Un viaje que es más surreal y donde la música también juega un papel importante para el flujo del cine documental artístico de Guardia. La incorporación de la música fue otro proceso más de la película.

“Cuando estábamos editando la película, usamos música de referencia que sentía que podía expresar el mood. El deseo o el sentimiento que quería invocar en la escena y el ritmo que tenía la escena usando música de referencia”, dijo Guardia. “Y luego, con la maestría del compositor Frédéric Filiatre. Él agarraba esas referencias y las transformaba en piezas únicas que él compuso”.

Tuvieron la fortuna de contar con un compositor que contaba con muchas herramientas de distintos estilos musicales. Guardia lo describió como un hombre con una imaginación enorme y una determinación muy grande que le dio un toque esencial a la película con su música.

Además, la música cuenta con un sonido de granulaje y textura que ayudó al feeling, o sentimiento, análogo que se combinaba perfectamente con la estética del arte y las fotos de archivo de Zachrisson.

La combinación de todos esos diferentes elementos en el cine documental artístico de Guardia, hizo que su participación en el CRFIC en junio fuera una grata experiencia para él y su equipo. Fue una experiencia inolvidable con la que está muy agradecido y de donde salió más inspirado al haber ganado el premio del público.

“Sentí que regresamos al lugar [Costa Rica] que nos hizo creer que esta película valía la pena y poder presentarla ahí fue un poder mágico en ese sentido. Fue una experiencia que nunca olvidaré y cuando ganamos el premio, pues, creo que fue una corroboración divina”, dijo Guardia. “Tenemos un personaje que su obra y su personalidad van más allá de Panamá”.

Tiene un personaje carismático retratado en su cine documental artístico que para él es sinónimo de sentirse vivo y conectar más profundamente con los demás. Tiene un personaje que le ayudó a entender que el cine y el arte pueden ayudar a otras personas a sentirse presentes y que tal vez, transforme sus vidas.

“Ahorita me siento con ganas de hacerlo lo mejor posible, pero con ganas. Como te digo, no es una ambición personal. Es un deseo por poder conectar con la mayor cantidad de personas posibles”, dijo Guardia. “Poder traer entretenimiento a la vida de la gente y poder transformarlas de alguna manera o ayudarlas a transformarse. Darles esperanza a través de estas historias”.

Para aprender más del cine documental artístico de Trillo Guardia, pueden seguirlo en Instagram como @trilloelpillo o @cineanimal. Él participó en la competencia de largometrajes del Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC), donde España fue el país invitado este año.