El cine surreal de Yoel Morales

Elizabeth Lang

Fecha

14 de agosto de 2025

De pequeño, Yoel Morales quería contar historias. Solo que no sabía cómo. En su familia no había una tradición del arte o del cine. Era visto más como un hobby, pero él sabía que era lo suyo. En sus recuerdos están las gratas memorias de pasar mucho tiempo con su tío cinéfilo. Morales iba mucho a la casa de él los domingos para hacer maratones de películas con el VHS.

Además de esa afición compartida con su tío, Morales también le tiene mucho amor y cariño a la literatura. Cuando estaba en el colegio – lugar donde era muy aplicado – siempre leía mucha literatura latinoamericana. Se sumergía en las palabras mágicas de Juan Rulfo y Gabriel García Márquez.

Para el director de cine y artista dominicano, la literatura y el cine siempre han sido muy importantes. Morales quería ser escritor e iba a talleres literarios para descifrar cómo escribir cuentos, pero también quería ser músico. De una u otra manera, la literatura y la música influyen mucho en su cine surreal.

Esa necesidad constante por contar historias llevó a Morales a estudiar cine en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Ahí conoció a su amigo Cristian Mojica, con quién luego fundaría el colectivo Mentes Fritas. Con el colectivo, querían hacer cine de género y probar el terror, humor negro y la ciencia ficción.

Para poder experimentar con eso, Morales siempre ha entendido que el arte es algo intangible. Que viene desde adentro. De una parte desconocida y que el cine es parte de esa derivación artística.

“Yo creo que es como esa búsqueda de ese lenguaje universal y que apela a los sentidos de una manera inconsciente”, dijo Morales. “A mí me gusta pensarlo también como una manera de permanencia. Al final, también hay una necesidad de plasmarnos en todo el sentido”.

Las ganas de plasmar la vida en cine es en parte porque Morales se define a sí mismo como un narrador, contador y amante del cine y el arte. Esa búsqueda constante lo llevó a él y su equipo a crear la película “La Bachata de Biónico”, la cual participó en junio en el Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC), donde España fue el país invitado.

Crear “La Bachata de Biónico”

Este largometraje trata “del romántico Biónico que lucha por encontrar un trabajo y un hogar para mantener a su prometida La Flaca tras la rehabilitación. Intenta dejar las drogas con la ayuda de su compañera Calvita”.

La película fue inspirada en dos amigos que Morales y Mojica conocieron en el 2016.

“Ahí hablando e interactuando con ellos, nos dimos cuenta de esa relación tan chula que ellos tenían. La manera en que veían la vida y eran también súper alegres como se ven en la película”, dijo Morales. “A pesar de la marginalidad que los rodeaba. Como que eso no lo había llevado como a esos estadios de tristeza extrema”.

Para Morales era muy chévere, o agradable, ver esa amistad entre ellos. Él sabía que quería contar algo romántico con Biónico y quería hacer algo con ambos personajes. Duró años intentando encontrar una historia donde Biónico y Calvita tuvieran sentido.

En el 2022 finalmente se les ocurrió cómo desarrollar la narrativa. Encontraron la herramienta del documental falso. Como ya llevaban tanto tiempo hablando de estos personajes, cuando Mojica se sentó a escribir el guion, todo fluyó bastante rápido. El personaje de Biónico estaba muy bien construido mentalmente.

Además, Morales siempre empieza el proceso de sus películas con el desarrollo de sus personajes. Es una habilidad que ha afinado con los años. Una habilidad que sabe que en el momento que siente que un personaje tiene sentido para él en su cabeza, es cuando debe encontrar el viaje de dicho individuo.

Necesita saber quién es. Conocerlo. Empatizar con él y que le agrade.

“Y luego, conocer en qué contexto está este personaje y escucharlo. Creo que te lo dice todo. O sea, yo creo que en el momento que tú tienes un goal [meta] para ese personaje, ya todo lo demás viene solo”, dijo Morales. “Quién los rodea. En qué contexto se va a desarrollar. Cómo va a ser visualmente”.

De esa manera, Morales y el equipo desenvolvieron a Biónico y quienes están a su alrededor: Calvita, La Flaca, El Ingeniero y Andrés. La siguiente tarea después del entendimiento a profundidad de Biónico, fue encontrar a los actores y actrices para interpretar estos personajes.

Morales se enfocó en buscar profesionales que tuvieran la energía adecuada para elevar el guion a lo que se ve en la pantalla. Quería que no distrajeran la historia que se cuenta en la película. Por eso escogió a Manuel Raposo para Biónico, al rapero El Napo para Calvita, Ana Minier para La Flaca, Yasser Michelén para Andrés y Donis Taveras para El Ingeniero.

Trabajar con ellos implicó múltiples reuniones por un largo tiempo para que cada uno pudiese interpretar de la mejor manera a su personaje. Con Raposo, estuvieron casi un año reuniéndose periódicamente para entender el guion y cómo era Biónico. Duraron bastante construyendo la filosofía de Biónico y Raposo tuvo que pasar por una transformación física para poder retratar el personaje.

Con El Napo, hubo una armonía perfecta porque su música es muy de barrio y underground. Así que su vibra iba perfecto con la de Calvita. Además, definieron su estilo de moda y estética acorde a alguien que destaca por colores vibrantes y sin miedo a expresar un flow urbano bastante particular.

Todos estos elementos se mezclaron para crear una imagen y estética muy autóctona de un barrio en Santo Domingo. Esto le dio más sentido al documental falso que crea una gran confusión en la audiencia, pero al mismo tiempo genera un aire de humor que hace de la historia más digerible para la audiencia.

El humor y lo absurdo

“Fue la manera que encontramos adecuada de contar esta historia y la reflexión vino después. Nosotros en Mentes Fritas pensamos que, aunque sea el drama más fuerte, si hay dominicanos de por medio – y yo ampliaría eso a latinos – hay momentos de humor”, dijo Morales riéndose. “En la vida, aunque tú te esté llevando el diablo, hay momentos de risas y más si tú eres latino o dominicano. Aquí se hacen chistes en los funerales”.

Era su manera de ser fiel a la esencia, la cultura y los personajes que inspiraron la película. El humor tenía que estar presente de una u otra manera. Cuando tenían la narrativa armada, las risas fueron la confirmación que era el camino adecuado porque es un largometraje denso y crudo. Morales cree que sin este elemento, la película sería completamente distinta. Sería muy difícil de ver.

En el humor encontraron otra herramienta: evitar caer en la porno pobreza. Morales y su equipo tenían la seria preocupación de no contar la historia explotando la porno pobreza ni los personajes por su situación de adicción. Por eso, la manera visual en que se narraba todo, tenía que ser muy específica.

Utilizaron el humor, pero también relajaron a los personajes para que se mostraran como personas. En eso, el falso documental, contado desde el punto de vista de Biónico, les jugó muy buenos resultados. La audiencia puede entender que es Biónico el que los está guiando a través de su aventura para estar con el amor de su vida, la Flaca.

“Era como si estuviéramos organizando las cosas en su cabeza. También estábamos como con eso” dijo Morales. “De empujar al límite las reglas narrativas del documental y entonces, el documental falso era ideal pa eso”.

El juego con el documental falso le resultó en un nuevo descubrimiento a Morales: otra manera de agarrar a la audiencia. Las personas estén tan inmersas en la película que las hace pensar en si la historia es real o no. Encontró un doble gancho que juega mucho con el público, pero que también termina siendo algo simpático.

Morales cree que cuando los espectadores se dan cuenta que no es real, no es una desilusión. No molesta. Porque saben que siempre hubo un juego, pero también es una historia que trae el tema de las drogas a la mesa sin necesariamente darle un valor o adjetivo. Es la audiencia quien decide cómo tomar el uso de las sustancias ilícitas.

Para Morales, las drogas en la narrativa son parte del contexto en el que Biónico, Calvita y sus amigos existen. No los define porque ellos son muchas cosas más que las drogas, pero representan una parte de ellos. Para poder entender mejor cómo filmar ese contexto, Morales y su equipo tuvieron que hacer una investigación profunda.

“La realidad es muchísimo más fuerte que lo que nosotros filmamos. Nosotros tuvimos nuestro proceso de investigación en el momento que estábamos en desarrollo para todos entender lo que estábamos filmando. Yo fui con los actores también”, dijo Morales. “Nosotros convivimos mucho con ellos. Con las personas adictas y la realidad es mucho más fuerte. Es decir, lo que no se toca en la película, son las enfermedades”.

A partir de esa investigación, evitaron caer en los extremos con el retrato de la adicción y las drogas. Ni lo romantizaron ni tampoco cayeron en la porno pobreza o porno miseria y la victimización. También, por el desenlace de la película, el largometraje terminó siendo más anti drogas de lo que pensaban.

La respuesta para huir de estos extremos estaba en los personajes.

“Yo creo que la solución o la salida, siempre es apuntar a los personajes. Apuntar a los personajes y a las dimensiones de estas personas. Es decir, el punto de vista viene dado por ellos”, dijo Morales. “Entonces, si están bien construidos, es la manera, por lo menos, que yo encontré de no caer en ni una cosa ni la otra”.

La música, el color y la identidad

Además, sumado a una investigación muy bien curada para la narrativa, hubo otros elementos en juego que ayudaron a evitar una visión estrereotipada de la marginalidad. El uso de los colores vibrantes, la música sumamente rítmica y la fuerte presencia de la identidad latinoamericana y dominicana hicieron de la historia en la pantalla una alegre y divertida.

Los colores fueron un trabajo en conjunto con el director de arte Lucas Marte, la decoradora Dayana Baéz y la diseñadora de vestuario Hillary Espinal. Los colores de los vestuarios definirían la personalidad de los personajes.

Biónico es más bohemio con tonos ocres. Calvita es mucho más colorido y chillón por su desvergüenza de la moda. Utiliza cualquier tipo de ropa por su personalidad tan peculiar. Para la Flaca, utilizaron el azul cuando estaba en el centro de rehabilitación por la búsqueda de lo espiritual.

En cuanto a la estética general de la película, para el equipo era muy importante abrazar el caos y lo vibrante de Santo Domingo. Querían que se viera el sol del trópico fuerte con una invasión de luz constante y paralelamente, buscar colores que estuvieran en armonía con eso.

También se puede ver la paleta de color natural y real de Santo Domingo en los distintos lugares donde se mueven Biónico y Calvita. Desde las casas coloridas hasta el bar colmado que tiene un cielorraso con un patrón de ajedrez en rojo y negro con las luces típicas de discoteca. Una locura de color muy típica de República Dominicana, según Morales.

“Los colores y el estímulo, de alguna manera, te van llevando armoniosamente hacia lo que nosotros estamos tratando de contar en cada escena”, dijo Morales. “Al final, hay mucho, mucho, mucho que está sucediendo desde el color. Entonces, hay una comunicación a través de la paleta de color”.

Ese brillo colorido vibrante y dominicano va acompañado de otro elemento muy importante: la música. Ambos se mezclan para crear un ritmo musical y visual fluido en la historia. Morales y la asistente de dirección y edición, Patricia Pepén, editaron con mucha música de referencia y después empezaron a explorar diferentes posibilidades para conseguir las licencias musicales.

Por fortuna, los artistas les dijeron que sí y para Morales eso es un tremendo lujo. La música es muy importante para él. No es un complemento. Es tan relevante como la imagen y tiene que estar bien justificada para poder crear ese cine surreal que lo caracteriza a él.

Las canciones fueron acompañadas con composiciones originales de los músicos dominicanos Mediopicky y Wander Reynoso para ciertos momentos específicos de la película. Lo interesante es que Morales ya tiene la estructura muy definida a partir de la música.

“Hay muchas escenas que son excusas para escuchar un ritmo o una canción específica. A mí me encanta cuando se da esa dinámica tan armoniosa entre la imagen y la música”, dijo Morales. “A nivel de rodaje, por ejemplo, hay escenas que ya yo tengo la música que va ahí. Es decir: esta conversación es un vals. Esta conversación es un metal a todo lo que da”.

Por eso, “La Bachata de Biónico” también es un viaje por distintos géneros musicales de República Dominicana. Aunque se llame la bachata, no tiene ni una sola canción de bachata en toda la historia hasta los créditos finales. Mojica le sugirió a Morales utilizar la bachata como nombre porque era más local y autóctono. Para que se entendiera que era de la isla caribeña.

Si el público pone atención, se dará cuenta de la intención específica de Morales y Pepén en la edición: que la película sea un dembow. Que tuviera ese ritmo caótico y rápido. Que tuviera esa estética o textura tan rústica. Que tuviera unos cortes que no van porque alguien está hablando y de pronto continúan a otra escena.

Jugaron con lo asimétrico. Jugaron con el ritmo para que fuera todavía más dominicano de manera inconsciente para la audiencia. También hicieron un viaje por el dembow y el merenhouse dominicano de los noventas representativo de la juventud de Biónico y Calvita.

También está presente el reggaetón indie con la canción “Soy una gárgola” de la banda Depresión Post-Mortem y “Me porto bonito” versión Bad Buky, que son sinónimo del humor y el absurdo de la película acompañado de una aparición espiritual del doble de Arcángel.

La mezcla de todos estos distintos elementos culturales hizo que la identidad latinoamericana y dominicana fueran identificadas muy fácilmente. Porque para Morales el arte tiene que ver mucho con el registro de quiénes somos como ente global y particular.

“Si somos gente, pero somos gente latina. Pero después, somos gente dominicana. Tú sabes. Yendo de lo general a lo particular. Pa mí es la función”, dijo Morales. “Yo no te digo qué voy a hacer en diez años, pero ahora mismo, yo siento que esta es la manera correcta. Más si sucede aquí. De nosotros celebrarnos y elevarnos”.

Ese celebración para elevarnos gustó tanto en la audiencia, que “La Bachata de Biónico” se llevó el premio del público durante el CRFIC en junio, el cual fue el primer festival latinoamericano y centroamericano al que Morales asistió con la película.

Además, también se ganó el premio del público en el festival estadounidense South by South West (SXSW) y fue parte de la Selección Oficial del Festival de Cine de Locarno y el Festival de Cine BFI en Londres.

Todo el éxito de “La Bachata de Biónico” es simplemente el resultado del cine surreal de Morales que mezcla el absurdo, el humor, la identidad latinoamericana y dominicana con las situaciones densas que presenta la vida sin dejar atrás la esencia del ser. Donde el cine, el arte y la música convergen para que Morales pueda vivir de su sueño de contar historias.

“Yo estoy súper contento con Biónico. Con todo el éxito que ha tenido. También sé que es un proyecto muy particular. Muy bendecido por el Dios del cine. Yo no me puedo atribuir el trabajo cien por ciento”, dijo Morales agradecido. “Esto es un trabajo de colaboración y así con el equipo técnico y los actores, que lo fueron todo. Yo sé que este es un proyecto que tiene su propio viaje”.

Para aprender más del cine surreal de Yoel Morales, pueden seguirlo en Instagram como @yoelmorales , @lachatadebionico o @mentesfritas. Él participó en la competencia de largometrajes del Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC), donde España fue el país invitado este año.