Fecha
10 de julio de 2025
Alina González ya sabía desde pequeña que iba a ser artista. A temprana edad ya sabía que el arte es su razón de estar en el mundo. Su madre y su tía Luisa fueron esas figuras fundamentales en su vida que desde su infancia la estimularon mucho. Ellas estaban al tanto de que el arte era la vocación de González.
Por eso, le inculcaron el amor por la literatura a cómo podían con lo que tuviesen al alcance porque en ese entonces no había grandes librerías. González recordó que los espacios de exposición eran muy reducidos y a los catorce años entró a la Casa del Artista, lugar donde se formó antes de incursionar en la carrera de artes plásticas en la Universidad de Costa Rica (UCR).
Ahí también llevó cursos avanzados de historia del arte y luego se fue a estudiar a la Kunstakademie de Dusseldorf en Alemania. Cuando regresó a Costa Rica, empezó a trabajar en el Museo de Arte Costarricense y después en los Museos del Banco Central. Siempre estuvo muy entroncada en la parte de investigación y simultáneamente producía su propio arte.
“Yo he trabajado mucho el arte costarricense. Hay una visión y yo soy parte de eso. Una visión muy patriarcal del arte costarricense”, dijo González. “El arte como lo podemos entender, visual plástico en Costa Rica igual que en Latinoamérica, se inicia con una mirada muy occidental”.
Ella misma se encuentra en esa mirada muy occidental porque sabe que tiene muchas referencias artísticas clásicas. Su arte ha pasado por distintas etapas dependiendo de lo que esté viviendo. Cuando trabajaba en la institución, su arte estaba muy marcado por la imagen del poder. Ese era su tema central y trabajaba obras en formatos muy grandes. Exploraba y retrataba sus conflictos de pareja por medio de la pintura.
“Unas situaciones que para mí siempre fueron de conflicto. ¿Por qué razón? Porque de alguna forma me visualizaba como una persona normativa. Que era algo que yo no entendía”, dijo González. “Yo me cuestioné toda esa parte. Yo empecé este proceso desde el 2010. Ya empezaron a aparecer las primeras imágenes que empezaron a cuestionarme”.
En esas primeras imágenes ya se miraba a sí misma como mujer trans. Era un proceso que iba de manera simultánea con su creación artística. Poco a poco, en sus pinturas se iba mostrando su real ser. González escribía muchos poemas para poder conceptualizar lo que iba a pintar. Ahora escribe muchos ensayos, pero siempre confía mucho en las palabras y la escritura para entender qué es lo que quiere pintar.
Además, González siempre necesitar entender qué es lo que está pintando y porqué. Necesita tener un discurso que comunicarle al público. No pinta solo por pintar y detrás de sus obras con paletas de colores minimalistas, hay un gran mensaje reflexivo.
Hay imágenes creadas con óleos o acrílicos donde no retrata a cualquier persona. Selecciona cautelosamente las imágenes que se encuentra en Internet. Le gustaría trabajar con modelos en persona, pero le cuesta mucho y a partir de sus distintas referencias, empieza a pintar su arte transfemenino discursivo.
Aparte de la selección de imágenes, González recurre fuertemente al uso de la apropiación de artistas que le gustan mucho. Considera que tiene un concepto muy occidentalizado del arte y la pintura donde la figura está en el primer plano. Donde lo humano es lo protagónico.
“Uso mucha la apropiación. Mucho. Mucho. Mucho. Me apropio de todos los artistas que yo puedo. Ahora estaba trabajando mucho las venus. El concepto de las venus y uso Tiziano, Modigliani y Manet”, dijo González. “A veces me autorretrato como la Olimpia de Manet. A veces utilizo algo de Giorgione y utilizo una chica trans. Cosas de esas. Entonces, como que trastoco el discurso de esas [obras]”.
En la apropiación encuentra un nuevo lenguaje artístico porque puede pintarse a sí misma a partir de lo que ve. También ha recurrido a las imágenes de Marilyn Monroe para retratarse durante su continua búsqueda de la feminidad. Todo siempre lo deja registrado en sus bitácoras para poder ir viendo el cambio y la transformación de sus obras.
Con el paso del tiempo, encuentra cómo sus cambios personales se ven reflejados en su arte. Su transición hacia una mujer trans, queer y no binaria está fuertemente ligada a su arte. Está en el cambio de su nombre en la literatura donde la mencionan y en la participación de exhibiciones. Está en su auto percepción y sus autorretratos. Está en sus relaciones.
Tal y como su participación en nuestra exhibición “Abstractio Cuir”, donde el curador costarricense Gary Hior la invitó a formar parte de la exposición. Ella no se considera una artista abstracta ni cree que hace arte que sea una abstracción pura. Se define a sí misma como una artista figurativa y que puede llegar a crear cierto expresionismo abstracto.
En sus dos pinturas en acrílico “La carne se retuerce I” y “La carne se retuerce II” de la serie “Amatorio”, se entiende claramente el expresionismo abstracto del que González habla. En las obras, se entiende que es un cuerpo, pero al mismo tiempo no está tan definido y se nota que son obras sumamente emocionales para ella.
“Son piezas que yo las siento muy dolorosas. Son muy desgarradoras. Tiene mucho que ver con Saura, por supuesto. Esto de la mancha. La gestualidad y todo eso”, dijo González.
Es arte que habla de lo más profundo de su ser. Que vienen de las mismas palabras y poesía que González escribe previo a conceptualizar sus obras maestras.
“Amatorio fue una serie de pinturas creadas desde el derrumbamiento del ánimo. Las imágenes emergieron con los colores del desengaño con los destrozos de un corazón malherido”, escribió González en un texto a Hior. “Desde entonces, todo cambió. El amor perdió su color de cielo, perdió su invencible armadura, su potestad en el reino del sueño. Lo único reconocible fue su estrangulada presencia”.
Es arte que está íntimamente conectado con las experiencias personales de González. Experiencias que lleva cargando desde la juventud y que no fueron tan fáciles a medida que la sociedad costarricense ha ido cambiando con el paso del tiempo.
“Una población que nace en los 2000. Gente que [ahora] está en los veintes y todo. Que ya nacen con esto. Que ya oyen hablar de gente queer y abierta y toda la cuestión”, dijo González. “Es muy distinto a pensarse desde los años setentas y ochentas. Incluso, más atrás. Los sesentas y cincuentas. Es muy diferente”.
Además de las dificultades que vienen con hacer la transición, también se enfrentó a momentos complejos por ser una artista con una imagen pública desde hace mucho tiempo. González recordó que atravesó varias décadas como persona binaria y de un pronto a otro, rompió con ese estigma.
Muchas personas le dieron la espalda y le dejaron de hablar, pero en el 2024 ya pudo cambiar el nombre en su cédula. Ha sido difícil enfrentarse con esas situaciones. En ocasiones, personas que la conocían antes, le dicen su dead name y no la respetan. Es algo con lo que lidia en su cotidianidad como mujer trans.
“Yo empezaba a travestirme. Atravesé por un tiempo eso y empecé, poco a poco, a vivir en mi espacio privado como mujer. Poquito a poco fui saliendo a la calle y ya vivo como mujer veinticuatro siete”, dijo González. “Del año pasado a acá, ha sido como un salto. Es un proceso que va acompañado de muchas cosas”.
Su proceso va acompañado de hormonas y de rodearse de personas que la apoyen. Recurre tanto a mujeres trans como hombres trans para entender que no está sola, ya que el acompañamiento es vital para la salud mental y física de una persona trans.
También ha encontrado que el arte es un arma en su vida. No solo es la forma en que ella se proyecta, sino que también le sirve para darles armas a personas pertenecientes a las poblaciones no binarias y trans.
“Va mucha gente joven a ver mi taller y a visitarme. No ha sido un camino fácil. Es todos los días. Todo un proceso. Ha sido lento. Yo todas las noches me digo: falta mucho todavía y toda esa cuestión”, dijo González. “El endocrino ha sido para mí una persona de mucho apoyo porque por un momento sentí que no había vuelta atrás. No había escapatoria. He encontrado apoyo en otras chicas trans. Han sido para mí un soporte muy importante para la transición”.
Sus experiencias como mujer trans están vívidamente retratadas en su arte. Son creaciones sinónimas de un arma cuestionadora, social y de identidad. Es arte transfemenino que busca mostrar la experiencia trans, queer y no binaria de González por medio de paletas de color minimalistas clásicas.
Es arte que busca no solamente la empodera a ella, sino que provee herramientas a otras personas trans para que sepan que no están solas y tienen un sentido de pertenencia en el mundo.
“Yo tengo ya muchos años de crear y para mí, como te dije al principio, el arte ha sido siempre mi razón de ser y mi razón de estar”, dijo González. “Es una forma también de identificarme y es dejar algo también a futuras generaciones”.
Si quieren aprender más sobre el arte transfemenino de Alina González, pueden seguirla en Instagram como @_alina_gonzalez_. González está participando en nuestra exposición “Abstractio Cuir”, que entiende el arte abstracto como medio de expresión y libertad. La muestra está disponible hasta el 21 de septiembre de 9:00 a.m. a 9:00 p.m. en nuestro Centro. Además, González también impartirá la conferencia “Manifestaciones cuir en el arte costarricense” el próximo miércoles 16 de julio a las 7 p.m.
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