Fecha
4 de abril de 2025
Cuando Lucía Madriz estaba en el colegio – en el Conservatorio Castella específicamente – ya sabía que quería ser artista. Fue un momento muy importante para la artista costarricense porque aprendió que todas las personas tienen un talento y que eso era una razón de mucha admiración y respeto. En ese momento de su vida ya sabía que el arte le salía natural y era lo normal. Era esa disciplina a la que se podía dedicar toda su vida.
“También es eso que le dicen a uno desde chiquitito: ay, qué bonito que dibujó y no sé qué. Entonces, ya como que con eso uno cree que uno tiene un talento”, dijo Madriz riéndose.
Tenía muy claro a temprana edad esa decisión del arte. Eso después la llevó a estudiar bellas artes en la Universidad de Costa Rica y luego estudiar artes mediáticas en Alemania con la beca DAAD. Siempre lo tuvo muy claro y el arte se convirtió en un canal donde podía traer a la mesa temas que le interesan mucho.
Era el espacio para la combinación perfecta con los temas que le importan, la parte plástica, la materialidad, los colores, las luces y lo bello. Además, al estar tanto tiempo en Alemania – unos 13 o 14 años – se dio cuenta que tiene una relación muy fuerte con Costa Rica. Especialmente con su naturaleza.
Una naturaleza que tiene un carácter más vivo y a veces más violento que la naturaleza que ha conocido en Alemania. Una naturaleza que se mueve porque un volcán puede hacer erupción repentinamente. Es ese entorno natural que es tan normal para cualquier persona que crece en Costa Rica.
Esa relación y conexión tan fuerte con su hogar la llevó a investigar de manera autobiográfica en su obra. La hizo preguntarse quién es ella. La hizo encontrarse con sí misma y definir su identidad a partir de su arte y la naturaleza.
“Yo encontré que soy terrestre. Soy una habitante de la tierra. Ser hombre o mujer es relativo. Ser costarricense es relativo”, dijo Madriz. “Ser todo lo que se te ocurra es relativo, pero lo único que sí tenemos todos en común es que somos terrestres. Entonces, para mí eso ha sido como una base para articular todo mi trabajo”.
Madriz y su ser terrestre se reflejan en sus obras cuando le comunican a la audiencia que dependemos del mundo natural y somos parte de él. Que somos parte de la Tierra y de su biósfera. Para ella es claro que todos estamos unidos y que somos interdependientes.
No existe un mundo donde las personas no dependamos el uno del otro y piensa que el individualismo no existe porque nunca estamos solos. Ella lo ve como un tejido del cual somos parte y así se relaciona directamente con la naturaleza cuando crea sus obras.
Su proceso empieza por querer compartir algo que le interesa con la audiencia. Esa curiosidad inicial de invitar a alguien a ver algo que le llamó la atención. Cuando tiene esa chispa que quiere compartir, viene el proceso de entender en cómo hacerlo y traducirlo en una obra de arte.
Su obra “Impulso”, la cual está participando en nuestra exhibición “Sumersión: Diálogos artísticos sobre lo acuático y lo humano”, llevó un proceso bastante particular para Madriz.
“Esa obra a mí me gusta mucho. No fue una obra que yo pensé. Fue una obra que encontré. Yo iba caminando”, dijo Madriz. “Por aquí hay un riíto. Iba caminando por el río y en eso me encontré un carro de estos de compras a la par del río. La imagen. Igual. Y yo: woooow”.
Madriz explicó que donde ella vive – en Alemania cerca con la frontera de Francia – las personas habitantes de la calle suelen robarse los carritos del supermercado. A ella le llamó la atención encontrarse el carrito abandonado por el río.
Ella quería compartir con su audiencia esa vivencia que tuvo al crear esta obra porque significa que el consumo y la naturaleza no están separados, pero al mismo tiempo no son compatibles.
Con esta obra, que es una instalación donde conviven el carrito, el zacate natural y una proyección de un río proyectado en la pared, Madriz muestra el consumismo y su amor por la naturaleza. Para ella la naturaleza es una energía infinita
“[La naturaleza] soy yo. Es todo lo que mi cuerpo necesita. Mi alma. Mi mente. Es como todo lo que somos. Todo ese misterio que somos. Que nosotros todavía no sabemos bien cómo funcionamos”, dijo Madriz.
Ese misterio del ser y la naturaleza puede estar reflejado en el zacate natural de su obra. Un zacate que ayuda a crear la dualidad entre lo natural y lo artificial, pero que también representa el proceso natural de la vida. Un proceso que Madriz acepta en sus obras porque entiende que siempre cambian y que son bastante efímeras.
Aunque sus obras sean efímeras, también se conectan con la sumersión. Es un concepto que Madriz entiende como el espacio donde todos estamos dentro. Donde están todas las situaciones que suceden a nuestro alrededor y que somos parte de los problemas y las soluciones.
Parte de esa sumersión de la que ella habló, es entender qué significa ser mujer y cómo esto se relaciona con el agua. Para Madriz, ser mujer es algo muy difícil de contestar. Piensa que culturalmente, es un problema ser mujer porque el patriarcado ha sido y sigue siendo súper violento, pero también es lo único que conoce.
Solo se conoce a sí misma y no sabe qué es ser hombre. Solo sabe qué es ser ella, pero también piensa que es muy importante mantener cierta suavidad. Es como el agua.
“El agua cuando quiere, puede destruir todo, pero cuando no, es una caricia. Creo que eso es para mí. Esa es como mi aspiración y cómo ser como agua”, dijo Madriz tranquilamente.
Es difícil, pero es su anhelo.
“Cuando no sea absolutamente necesario, yo quiero ser tranquila. Quiero estar fresca. Quiero fluir”, dijo Madriz. “Y si hay como cuestiones que hay que romper, que hay que enfrentar, pues entonces, enfrentar con toda la fuerza”.
Esa fuerza de ser mujer con el agua siempre va a estar reflejado en su obra, ya sea de manera explícita o sutil como con su carrito de compras en nuestra exhibición. Es una sumersión donde la obra de Madriz comparte el espacio con el arte de las otras talentosas artistas y generan un tejido del cual ella se siente parte como ser terrestre.
“Me siento parte de todas estas situaciones que están ocurriendo. No solamente de la parte negativa, sino que en el buen sentido de que estamos juntos”, dijo Madriz. “Podemos encontrar soluciones. Podemos ser creativos. Podemos mejorar un montón de cosas. Podemos arreglar otro montón”.
Lucía Madriz es una de las cinco artistas costarricenses participando en nuestra exhibición “Sumersión: Diálogos artísticos sobre lo acuático y lo humano”, que explora las múltiples dimensiones del agua como recurso y territorio en disputa desde una mirada feminista.
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